Condenado a 18 meses de cárcel el policía acusado de ayudar a los narcos
La Audiencia le impone una inhabilitación absoluta de cinco años que le retira para siempre del Cuerpo y una multa millonaria
CÁDIZ. Actualizado: GuardarNi el apoyo en bloque que recibió de toda la escala jerárquica de su cuerpo policial durante el juicio, ni su relación policía-confidente con un integrante de una familia de narcos de Chiclana han convencido a la Sala Primera de la Audiencia Provincial, que ha condenado a un año y medio de cárcel a Francisco G. G, quien fuera miembro de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Comisaría de Cádiz. El tribunal, basándose en las conversaciones que mantuvo con el traficante, considera probado que colaboró con los delincuentes durante una operación de la Guardia Civil que terminó con su arresto y el de otras siete personas. La pena de prisión no le llevará a la cárcel al tratarse de una persona sin antecedentes y no superar los dos años la condena; pero su carrera como policía se ha roto para siempre, salvo que el Supremo diga lo contrario. El tribunal le ha impuesto cinco años de inhabilitación absoluta y una multa de cinco millones.
La vista oral, celebrada en noviembre, sentó en el banquillo a los integrantes de la familia Guijo, quienes tienen su residencia muy cerca de la vivienda del ex agente. La Guardia Civil comenzó a seguir los movimientos de estos traficantes, que han sido condenados a penas que oscilan entre los cuatro años y tres meses y los dos años y cinco meses, en marzo de 2007. Como indica la sentencia, los agentes del equipo antidroga de la Comandancia de Cádiz recabaron suficientes indicios para obtener la autorización que les permitía pinchar los teléfonos de varios de los procesados. Entre esos indicios estaba el estudio patrimonial que le hicieron a una familia que acumuló ocho coches, nueve motocicletas y varias viviendas. Pese a esos bienes, sus hojas laborales estaban casi en blanco: «A Manuela, por ejemplo, le consta un periodo trabajado de 134 días», relata el dictamen judicial.
Por los pinchazos
A través de los pinchazos telefónicos, la Guardia Civil descubrió a Francisco G. G, al que llamaban Paco los otros implicados y del que no supieron en un primer momento de que se trataba de un compañero de profesión. Y son el contenido de esas conversaciones lo que le ha condenado. Las más delicadas se produjeron el ocho de febrero de 2008. Ese día los Guijo habían alijado en Chiclana 1.900 kilos, que fueron guardados en la vivienda de una de las condenadas. La Guardia Civil se estaba preparando para acceder a la casa cuando se produjo un intercambio de llamadas entre el traficante Eduardo González Guijo y el agente. En ellas el narco le pedía ayuda y el policía terminó colaborando en la detección e identificación de los coches camuflados del Instituto Armado que vigilaban la casa donde estaba el alijo.
Durante el juicio, el comisario provincial, el jefe de la Policía Judicial y el responsable de la UDEV alabaron el trabajo que había desarrollado el agente. José María Deira le definió como un «funcionario muy bien valorado y con mucha habilidad para tratar con los delincuentes» y su mando en el grupo corroboró que Eduardo González era confidente de Francisco G. G. y le aportaba mucha información. En esa relación entre colaborador y policía se escudó el agente para aclarar el contenido de las conversaciones. Pero el tribunal concluye que no estaba destinado en ningún grupo policial de estupefacientes ni tampoco pasó información sobre los datos que les aportaba los Guijo. Los jueces, sin embargo, destacan que no se ha acreditado que el funcionario «se haya enriquecido o haya aumentado su patrimonio».