
La división interna incendia Irán
Los enfrentamientos más graves desde las elecciones de junio causan ocho muertos, entre ellos un sobrino del líder opositor Musaví
Actualizado: GuardarAshura es el día central del calendario chií en el que la sangre de miles de fieles flagelándose homenajea en todo el mundo al imán Husein, el nieto de Mahoma martirizado en el siglo séptimo. Religión y política se fundieron ayer en las calles de Irán. Procesiones y manifestaciones de la oposición que provocaron los enfrentamientos más graves con las fuerzas del orden desde las movilizaciones poselectorales de junio. Al menos ocho personas perdieron la vida a causa de los disparos y golpes de los agentes antidisturbios, cuatro en Teherán y otras cuatro en Tabriz, ciudad situada en la frontera con Turquía. Entre ellos está Alí Musaví, de 35 años, sobrino del líder reformista Mir Husein Musaví.
Incidentes imposibles de silenciar por unos medios oficiales que, como las autoridades persas, están sobrepasados por el nivel de violencia que van adquiriendo las protestas contra el régimen. Ni los setenta muertos que se han cobrado las manifestaciones en estos seis meses ni los informes sobre torturas y violaciones en las cárceles amedrentan a la oposición. Con la censura impuesta a los medios nacionales e internacionales resulta imposible verificar el número de fallecidos de forma independiente.
Un consejero de la familia Musaví confirmó la muerte de Alí, abatido de un disparo cuando se encontraba en la plaza Enqelab del centro de Teherán. El resto de víctimas, así como la información sobre los demás incidentes, sólo trascendieron gracias al periodismo ciudadano y a las webs reformistas, que realizaron un seguimiento minuto a minuto de la jornada e hicieron llamamientos para mantener las protestas durante toda la noche. La sangre llama a la sangre y en cuanto se difundieron las noticias de los nuevos mártires del 'movimiento verde', los manifestantes clamaron venganza al grito de «mataremos a quienes han matado a nuestros hermanos».
Desmentido oficial
«La Policía no ha disparado en Teherán ya que los agentes no llevan armas de fuego... Hasta el momento no hay información sobre la muerte de personas», señaló el jefe policial de Teherán, Azizulah Rajabzadeh, a la agencia Isna. Una declaración que los propios canales oficiales dejaron en evidencia al informar al finalizar la jornada sobre «varios fallecidos». Como ocurrió en junio, tras la reelección por mayoría absoluta de Mahmud Ahmadineyad, y como sucedió en los días de la revolución que acabó con el sha en 1979, el centro de la capital volvió a ser el campo de batalla elegido por los opositores al régimen. Del mismo modo, las autoridades suprimieron la señal para móviles en esa parte de la capital y rebajaron la velocidad del Internet para evitar la subida de imágenes.
Teherán, Tabriz, Shiraz, Isfahán. las protestas se extendieron por diferentes ciudades mostrando la fuerte división interna existente. Cada vez se escuchan menos gritos de «¡muerte al dictador!», dirigidos a Ahmadineyad, y las quejas se elevan hasta el líder supremo, Alí Jamenéi, al que los manifestantes amenazan con un «¡serás derrocado!», como se puede escuchar en las señales captadas por los teléfonos móviles.
Barricadas de fuego, motos de las fuerzas del orden en llamas y agentes disparando desde las esquinas fueron algunas de las instantáneas de una Ashura en la que fieles y manifestantes se mezclaron en las calles. Y estas imágenes volverán a repetirse dentro de cuarenta días con el Arbain, que marca el fin del luto por el imán Husein, pero también del gran ayatolá Husein Alí Montazeri, el líder es piritual del reformismo iraní fallecido el pasado día 19. Aunque posiblemente antes de esos cuarenta días Irán vuelva a ser escenario de unas protestas que para las autoridades están siendo orquestadas y magnificadas desde Occidente. Ni el contencioso nuclear ni el reciente descubrimiento de la familia Bin Laden en suelo persa desvían ya la atención sobre la peor crisis política interna de la historia de la república islámica.