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La cantante Fergie, con hombreras. :: JACQUES BRINON
Sociedad

Originales, pero mucho menos de lo que creen

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Vestidos estampados y adornados con grandes lazadas como los de John Galliano para Dior, mangas farol al estilo de las que traza Christian Lacroix, trajes rematados con cuellos otomán, faldas 'balón' diseñadas por Pedro del Hierro, minifaldas abullonadas y en forma de tulipán... Sin olvidar las ochenteras hombreras que tan bien luce Fergie, la cantante de Black Eyed Peas. Se mire por donde se mire, las mujeres cogen volumen por todos los costados. La moda reivindica el espacio tridimensional: a lo largo, ancho y alto. Casi todos las piezas despejan las rodillas e invitan a las mujeres a disfrutar del vértigo con tacones infinitos.

Junto al 'print' felino, la amplia nómina de creadores más fashion se vuelca en la estación más fría del año -sus modelos dejan al descubierto muchas espaldas- con un vestido que arranca con plegados esféricos a la altura del hombro, para ir ajustándose a medida que se acerca al codo, ocultar casi por entero el brazo y concluir con abundantes plisados que envuelven a la mujer hasta la rodilla.

Nicolas Ghesquière, al servicio de Balenciaga, vuelve a ser de los más brillantes, pero todos los diseñadores respetan las tendencias de la temporada. Nadie quiere quedarse en fuera de juego, pese a andar sobrados de reputación. Desde Dries Van Noten al influyente Marc Jacobs, gurú de Louis Vuitton, pero también Peter Pilotto, Jonathan Saunders, Phillip Lim... Van Noten lo justifica con el argumento de que no hay cosa que más guste a los diseñadores que «abrazar los cuerpos femeninos», aunque casi todos acaben en brazos de otros hombres.

No deja de ser curioso, sin embargo, que ni un solo modisto se atreva a ir por libre y se descuelgue con propuestas realmente diferentes. Basta con echar un vistazo también a los zapatos y sandalias con que Manolo Blahnik, Charles Louboutin y Jimmy Choo echaron a andar este año. Todos la clavan al rematar sus piezas con enormes y heavies tachuelas pagadas a precios escandalosos, pese a no distinguirse, precisamente, por lo que en teoría deberían cotizarse: por una exclusividad difícil de encontrar, se mire por donde se mire.