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Mitos y mentiras
Actualizado: GuardarViendo las cuotas que pagan los estadounidenses, la indefensión en la que se encuentran y las historias de terror por las que atraviesan ante la primera enfermedad, uno no puede evitar preguntarse cómo es posible que haya tanta resistencia a la reforma sanitaria, aparte del contubernio entre políticos y lobbies de las aseguradoras y farmacéuticas. La respuesta está en las pantallas. Los elaborados artículos de periódicos y revistas políticas han quedado relegados al sector más educado de la población, que probablemente no necesita desmitificar nada. Pero los dramáticos anuncios de 30 segundos por televisión bombardean a las masas en el salón de casa. La opinión pública se mueve a razón de un millón de dólares diarios en mensajes publicitarios. Estos son algunos de los mitos que se batallan:
Medicina socializada: «El Gobierno se apoderará de la salud y dictará a tu médico qué tratamiento darte», amenaza la voz en off. En EE UU lo público es sinónimo de ineficiencia y derroche, y atrae inmediatamente los fantasmas que dejó la propaganda contra la Unión Soviética. «Ponerle a un político la etiqueta de socialista puede acabar con su carrera», cuenta el español Guillermo Gómez, que tiene una mutua en Los Angeles y vive en Estados Unidos desde que estudió en la universidad. «Son rémoras de la Guerra Fría que están haciendo mucho daño». El cine no está ayudando a disipar esos prejuicios: en la última película de Pedro Almodóvar, Penélope Cruz tiene que prostituirse para llevar a su padre a un hospital privado, porque en el público el médico lo manda a casa a morir para irse de vacaciones.
Comités de la muerte: Del socialismo a Hitler sólo hay un eslabón, que se encargó de colocar la ex candidata a vicepresidenta Sarah Palin en agosto pasado. «El Gobierno clama que reducirá el costo de la sanidad, pero no es cierto, simplemente se negará a pagar los costos», escribió este verano. «¿Y quién sufrirá más el racionamiento de la medicina? Los enfermos, los ancianos y los discapacitados, por supuesto. La América que amo no es una en la que mis padres o mi hijo con síndrome de Down hubieran tenido que ponerse delante de los 'comités de la muerte' de Obama para que sus burócratas puedan decidir si merecen atención sanitaria». La idea prendió como un reguero de pólvora, y pronto los carteles de Obama con un bigotito a lo Hitler salpicaron los coloquios ciudadanos. La ley pretende eliminar la cantidad de pruebas innecesarias que muchos médicos encargan para engordar la factura y blindarse de las demandas, pero la congresista republicana Michele Bachmann lo interpreta como dar prioridad al tratamiento de adultos productivos por delante de los jubilados.
Limitar Medicare: Los gritos de '¡No toques mi Medicare!' responden al plan para limar en 500.000 millones de dólares a lo largo de diez años los gastos de este seguro público para ancianos y discapacitados. Eso ayudaría a financiar la reforma sanitaria mediante una mayor eficacia del programa público, pero ninguna versión de la ley contempla reducir los beneficios que ofrece. Por el contrario, se reduce la edad requerida de 65 a 55 años.
Subida de impuestos: La reforma de la sanidad costará un billón de dólares a lo largo de una década, que se pagará con la reducción de gastos en los programas públicos existentes y un nuevo impuesto del 5,4% para los matrimonios que ganen más de un millón de dólares al año. Impuesto que difícilmente afectará a la pareja del anuncio que rebufa de desesperación por no poder pagar las facturas y poner comida en la mesa. 'Llama a tu congresista y dile que esta ley no te la puedes permitir', exhorta el mensaje financiado por Empresarios por una Economía Sana. En efecto, este sector sí se verá afectado. Las empresas que tengan nóminas por más de 250.000 dólares o más de 50 empleados serán penalizadas fiscalmente si no proporcionan un plan médico, lo que se utiliza para amenazar con más paro y más recesión. Sin embargo, la nueva ley impedirá que se cumpla otro de los mitos, el que las empresas dejen de ofrecer seguros médicos cuando exista una alternativa.
Inmigrantes: La idea de que el seguro médico para todos supone dar cobertura gratis a los inmigrantes ilegales no se sostiene por ningún lado. Aun así, está tan extendida que, cuando Obama reiteró en el Congreso que no se les cubrirá, el congresista Joe Wilson le gritó «¡mentiroso!».
Pólizas más caras: Con lo que ya cuestan los seguros en EE UU, la amenaza de que la reforma sanitaria disparará aún más los precios desata el pánico. La ley pretende poner límites al costo de las pólizas, pero muchos temen que al tener que aceptar a clientes enfermos las compañías de seguros intenten compensar esa pérdida de beneficios por otro lado. En realidad, el Gobierno subsidiará las pólizas con importantes deducciones fiscales que pretenden evitar la continua bancarrota de los ciudadanos por gastos médicos.