Manoel de Oliveira, durante el rodaje del filme 'Singularidades de una chica rubia'. :: JORGE TREPA
Sociedad

Las lecciones de Oliveira

'Singularidades de una chica rubia' demuestra la firme apuesta por la quietud y el rechazo de la técnica por parte del veterano director luso, de 101 años

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Que existe cierta curiosidad morbosa por ver cada año la última película del portugués Manoel de Oliveira lo prueba el hecho de que 'Singularidades de una chica rubia' se haya paseado por tantos ciclos y festivales. El director más longevo de la historia del cine, en activo a sus 101 años, ha logrado llevar su filme a Las Palmas, Sevilla, Benalmádena, Miami, Denver, Chicago, Vancouver, Toronto, Melbourne, Jerusalén, Bombay, Karlovy Vary, Berlín y París. En Madrid, la ronda de entrevistas anunciada con los periodistas se anuló finalmente, como ocurre tantas veces en este negociado, pero tratándose de Oliveira y esa notable inquietud que genera su siglo a cuestas, la productora se vio obligada a explicar que no se debía a graves problemas de salud. El luso genera una expectación inusitada entre la crítica cinematográfica, la misma que probablemente habría ignorado cualquiera de sus obras más recientes en caso de que las firmara un autor joven.

La expectación generada por Oliveira no obedece tanto al sentimiento de admiración que despierta el hecho de que a su avanzada edad conserve la lucidez necesaria como para liderar el complejo mecanismo que opera en una película. Obedece, sobre todo, a que a sus años él es el cine. No existe en activo semejante autoridad moral en materia fílmica. Esta voz de la experiencia se curtió como actor cuando el cine era mudo, rodó su primer documental, 'Douro Faina Fluvial', en 1931, y firmó su primer largometraje de ficción, 'Aniki Bobó', en 1942, dando origen al neorrealismo cinematográfico. A lo largo de su carrera, ha visto nacer, crecer y morir diferentes movimientos fílmicos que han marcado la carrera de cientos de realizadores, quienes, a su vez, han determinado la evolución del séptimo arte y la forma de entender éste por parte de generaciones posteriores.

Oliveira mismamente ha cambiado su forma de maniobrar en la gran pantalla. El tiempo le ha hecho descartar algunas técnicas y desechar determinados conceptos, como el movimiento de la cámara o el montaje de planos rápidos de su juventud, apostando en su veteranía por la quietud y los planos largos y bien escogidos. Cada vez se ha acercado más al teatro filmado, despreciando la técnica y sus ventajas. ¿Son sus grandes lecciones? «El asunto está en mover lo que está dentro del cuadro, no en mover el cuadro. El tiempo no tiene movimiento, sino que el movimiento está dentro del tiempo. Me costó aprenderlo», razona. Desde mediados de los noventa, el director de 'Acto de primavera' trabaja a un ritmo impasible de un trabajo por año, entre cortometrajes, largometrajes o piezas encargadas por instituciones. El siguiente estará protagonizado por Pilar López de Ayala, otro bello rostro que sumar a su famosa colección de jóvenes actrices.

Ánimo de provocación

La que protagoniza 'Singularidades de una chica rubia' se llama Catarina Wallenstein y es un descubrimiento, al menos para los espectadores españoles. Su mirada azul resalta sobre su melena rubia y sus labios carnosos. El personaje que interpreta da nombre a la película y es el culpable del enloquecimiento de un joven contable, encarnado por Ricardo Trepa, habitual en las películas de Oliveira. Él la contempla cada día desde el balcón de su oficina. Tanto, que sin apenas conocerla queda aturdido y quiere casarse con ella pese a la firme oposición de su tajante tío. Es entonces cuando decide abandonar el negocio familiar y buscarse la vida en Cabo Verde para poder prosperar y seguir adelante con su idilio. Basada en un relato corto del portugués Eça de Queiroz, Oliveira traslada la acción de la película del siglo XIX al presente, aunque para desconcierto del espectador sólo lo parezca en los exteriores, cuando se ven coches, escaparates y peatones por las aceras de Lisboa.

Las primeras escenas de la cinta sugieren, al contrario, que ésta está ambientada en otra época. Los dos jóvenes visten con una formalidad impropia, muy alejados de la imagen contemporánea, y durante el metraje su forma de comportarse y la manera en que se tratan, con un respeto desmedido y un machismo latente, hacen que la historia, espesa, farragosa, recargada, resulte muy poco creíble, aunque quede cierta sensación de que hay un ánimo de provocación. De búsqueda de un anacronismo por parte de Oliveira. Las situaciones entre los personajes, con pedidas de mano por el medio, recepciones en clubes sociales y fiestas con recitales poéticos, parece ciertamente de otro siglo. Como si la adaptación del relato hubiera respetado en exceso un contexto ahora inapropiado.

En 'Singularidades de.', coproducida entre Portugal, Francia y España, nada se ve si se puede escuchar. Es sorprendentemente lenta. Termina siendo de calidad mediocre y a ratos se hace hasta larga, pese a que apenas dura una hora, condición que la salva por los pelos de ser un mediometraje y la obliga a exhibirse en salas comerciales acompañado de un cortometraje (Mudanzas', de Pere Portabella). Pero da cuenta de cierta carcajada e ironía, con un final a modo de lección vital enmarcado en esas otras clases que imparte el veterano director de Oporto en la gran pantalla. La más llamativa es el fulgurante rechazo de la técnica.

Dice Oliveira que el cine se basa en la imaginación de Meliès, en el realismo de los hermanos Lumière, y en el ingenio de Max Linder. Que todo lo demás sobra y que él se ha dado cuenta con los años. Que el teatro, el clásico, donde no hay voces en off ni efectos especiales, es más puro que el celuloide y que él no siente interés por ver el cine reciente. Resulta curioso que a medida que ha rodado películas su estilo se haya desprovisto de artificios, acercándose a los orígenes del cine, cuando Leni Riefenstahl aún no había inventado el travelling o el contrapicado. Oliveira viene a decir que el verdadero avance, la gran lección, es despojarse de lo innecesario. Toda una experiencia ver 'Singularidades de.' el mismo día que 'Avatar', de James Cameron. Un contraste recomendable. Un choque de concepciones que deja una pregunta para el final: ¿cuál de las dos películas es realmente más moderna?