Los Bravos de Tijuana esperan la llegada de algún cliente. Debajo, los forenses retiran un cadáver quemado. Una prostituta en un club nocturno de la ciudad.
Sociedad

Bienvenidos a Tijuana

La guerra salvaje entre bandas de narcotraficantes ha acabado con la vida alegre que dio fama a la ciudad fronteriza mexicana

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Los periódicos de Tijuana parecen estos días un catálogo de espantos. La guerra abierta entre dos bandas de traficantes, encabezadas por 'el Ingeniero' y 'el Tres Letras', ha sembrado la ciudad mexicana de cadáveres, muchos de ellos en macabras composiciones que pretenden transmitir algún mensaje: cuerpos colgados de puentes, cabezas en bolsas de plástico, descuartizamientos... No hay jornada en la que no hablen los 'cuernos de chivo', los mortíferos AK-47 tan apreciados por los narcos, y la cuenta de las 'ejecuciones' en lo que va de mes ya ha pasado de 70. Seguro que, en lo que han tardado en imprimirse estas letras, se ha producido alguna más.

La violencia sin medida, aliada con la crisis económica y la gripe porcina, está acabando con la Tijuana de vida alegre, el paraíso fronterizo que floreció en los años 20 del siglo pasado. Los estadounidenses podían satisfacer todos sus apetitos, confesables o no, nada más cruzar el paso de San Ysidro, y hasta allí peregrinaban estudiantes, marineros y demás vecinos del norte con hambre de placer barato y sin horarios. Pero el miedo a las balaceras y los secuestros ha retraído a los turistas: la Avenida Revolución es ahora un gran bazar vacío y los grandes clásicos de la noche sueñan con el dólar perdido.

El procurador general de Baja California, el estado mexicano al que pertenece Tijuana, no acierta a ver un final próximo para el festín de muerte: «Tenemos que entender que esto no es un pacto entre caballeros, es un tema que se va generando entre criminales», resume Rommel Moreno Manjarrez. La única gota de optimismo hay que buscarla en la página oficial de turismo, aunque su eslogan suena casi sarcástico en medio de tanta barbarie: «Welcome to Tijuana -saluda-. Tienes que vivirla».