Los Reyes van al campo
Los emisarios de Sus Majestades se encargaron ayer de recoger las cartas de los niños de las barriadas rurales
Actualizado: GuardarLos cerca de doscientos niños que viven en las barriadas rurales de Puerto Real tuvieron ayer la oportunidad de entregar sus misivas a los Reyes Magos a través de los emisarios de sus majestades de Oriente. La plantilla de siete carteros, encarnados por la Reina de la Feria y sus Damas, se dividió en dos grupos para dar respuesta a las demandas de tantos pequeños, repartidos por cuatro núcleos periféricos del término municipal.
Los pequeños habitantes de Barrio Jarana se hicieron los remolones a la hora de acudir a la cita. Quizás la lluvia influyera, pero ni las tormentas ponen frenos a los deseos: «Todo el mundo tiene coche hoy en día», decía uno de los padres.
Paula fue una de las primeras en enseñar su carta. Entre las peticiones de esta niña de cuatro años, una llama la atención sobre el resto: «Un caballo de verdad, que ande». Si se le pregunta por el sitio donde tiene pensado dar cobijo al animal, responde resuelta: «Lo meto en mi cuarto». Menos mal que la abuela acude a echar un capote a ella y al resto de la familia: «¿Y en el huerto del abuelo no?», le propone.
Ángeles, sin embargo, se ha esmerado más en el diseño de su carta, de color malva y decorada con la foto de Hannah Montana. Tiene cara de buena estudiante. Los niños esperaron a los carteros en la escuela que está al pie de la antigua Nacional.
Caminito de Belén anegado
La siguiente parada de los emisarios fue en el Meadero de la Reina, donde ya les aguardaban más citas previas. Algunos niños no consiguieron llegar porque los carriles por los que se sale de sus casas están anegados.
Nicole, en cambio, sí pudo hacerlo. Esta pequeña tiene pinta de soñadora. Refugia su ilusión en un regalo: «Un telescopio, para mirar las estrellas desde el patio de mi casa». Al instante, alguien pregunta en voz alta: «¿Por qué son aquí los niños tan guapos?» Una madre orgullosa responde: «porque comen muchas cosas del campo».
En El Marquesado preparan rápido el trono para que los Carteros Reales puedan sentar en su regazo a los niños. Fueron recibidos en el salón de la asociación de vecinos, donde las mujeres reciben sus clases de aeróbic.
Allí Pablo Nicolás aclara que, aunque tiene tres años, será por poco tiempo: «Voy a cumplir esto», añade un dedo más de su mano diminuta, que se abre completa, y se le une a la otra, para calcular lo que ha pedido.
Las hay monotemáticas como Lucía: «Yo quiero el diario de 'Hello Kitty', un ordenador de 'Hello Kitty', un televisor de 'Hello Kitty'...». Entre tanta pequeña gata blanca, salta la sorpresa: «...Y una sombra de las Princesas, para pintar».
La última parada es en la barriada de La Chacona, la menos poblada de los cuatro diseminados. Los que acuden son un poquito mayores, como Ana María o María de la Oliva, aunque el protagonismo lo acapara un travieso Iván. A sus cinco años, le cuesta recordar qué ha pedido. Luego fuerza su memoria y le viene un quad rojo de gasolina. «Lo voy a coger nada más que para ir a ver a 'El Titi' o para darme un paseo, pero cerquita de mi casa».
Tras la marcha de los carteros, Iván sigue inmóvil. Hasta el día 6 tendrá tiempo para imaginar cómo serán sus aventuras sobre cuatro ruedas.