Editorial

Seguridad sin blindaje

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El hostigamiento protagonizado por una joven perturbada contra el Papa, apenas dos semanas después de la agresión sufrida por Silvio Berlusconi, ha vuelto a poner en entredicho la seguridad que rodea a las personalidades públicas; especialmente cuando, en el caso de Benedicto XVI, era la segunda ocasión en un año en que Susanna Maiolo trataba de asaltar al Pontífice con intenciones peligrosas aunque su propósito último no fuera causarle daño. Es evidente que ningún sistema de protección de ninguna autoridad de relevancia puede garantizar sus efectos disuasorios y su eficacia hasta el punto de considerarse del todo blindado. De hecho, si algo vuelven a demostrar incidentes como los citados es que lo servicios de seguridad están probablemente mejor diseñados para prevenir y responder a la amenaza planificada que ante imprevistos fruto de la locura individual, los cuales conllevan riesgos no desdeñables. Pero también evidencian lo difícil que es amparar a quienes mueven masas detrás de sí, cuando además es preciso que la seguridad no resulte tan expeditiva como para anular la proximidad que se quiere preservar.