PINCHITO MORUNO

ECONOMÍA DE SEGUNDA

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Los bares y los restaurantes siempre han sido como una economía de segunda. Había una época en la que se daban ayudas públicas a proyectos empresariales y se excluía, precisamente, a este tipo de negocios porque había muchos en la Bahía. Lo cierto es que la ensaladilla y los picos yeye de Puerto Real que panidan excelentemente con ella no eran materia subvencionables... aunque sí mayonsesables.

Montar un bar no daba prestigio, no había I + D, e incluso cuando se prejubilaron muchos trabajadores de Astilleros se criticó que algunos de ellos montaran este tipo de establecimientos en vez de crear empresas que crearan tejido social en vez de tejido adiposo.

Aunque no nos tomemos en serio este sector, sí habrá que reconocer que, además de proporcionar alegrías inigualables como comerse un menudo al calor de una chimenea, es, actualmente, uno de los que más puestos de trabajo genera en la provincia y, además, uno de los puntales de nuestra economía que camina, aunque muchas veces nos empeñemos en ignorarlo, hacia el Turismo como el principal eje de la actividad.

Por eso me alegra que en las últimas semanas se hayan dado varios reconocimientos públicos a hosteleros y que, además, la Junta de Andalucía haya decidido poner en marcha un plan, en 'complú' con la patronal Horeca, para modernizar los bares, restaurantes y pastelerías de Cádiz y San Fernando con motivo de las celebraciones del Doce, que, por cierto, comienzan la semana próxima en San Fernando y, por el momento, sin muchos aspavientos, una lástima.

Muchas de las personas que acudan a la Bahía en estos dos años para celebrar con nosotros el Bicentenario de La Pepa se podrán llevar muchas impresiones, unas muy buenas como el espectáculo de música e imágenes que tuvo lugar en la Catedral y otras menos buenas, pero luego seguro que comentarán la tapita que se comieron en tal sitio o cómo los atendieron y de ahí que sea bueno cuidar este sector y también es fundamental que los empresarios sepan aprovechar la posibilidad que se les da.

Asimismo en estos días el Ayuntamiento de El Puerto ha premiado como patrimonio de la ciudad al bar Er Beti de la calle Misericordia. Por fin se reconoce que una buena tapa, igual que un monumento o una pintura, son también patrimonio de la ciudad que tiene además la ventaja de que es un patrimonio donde se puede mojar pan. No cabe duda de que la sangre encebollá o la carne mechá de Er Beti son monumentos que hay que cuidar , que tienen muchos años y que merecen ponerle un pedestal de vino fino. Debemos de dejar de considerar a todo lo relacionado con la hostelería y los bares como economía de segunda y darnos cuenta de una vez que este sector nos puede dar alegrías de primera y, a lo mejor, más puestos de trabajo que el polígono de Las Aletas.