Marco Jaric resultó determinante en el Mundial ganado por Yugoslavia en Estados Unidos en 2002. :: EFE
LA PRÓRROGA

El héroe serbio de Indianápolis

El nuevo base del Madrid, Marco Jaric, es esposo de la modelo Adriana Lima

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El Real Madrid ha fichado al base serbio Marko Jaric hasta final de temporada. Una de las estrellas del baloncesto mundial que, en los últimos tiempos, brilla cada vez menos en la constelación del deporte de la canasta. De todas formas, visto su currículo, es triste que su popularidad se haya disparado a raíz de su relación y posterior matrimonio con la modelo brasileña Adriana Lima, una de las mujeres más bellas del planeta. Saltó a las revistas del papel cuché y se situó en el centro de los teleobjetivos rosa, que ignoraban la trayectoria deportiva de un hombre que lo ha ganado todo. O casi todo. Enrolado en los Grizzlies, equipo de Marc Gasol, el belgradense ni siquiera ha llegado a debutar con los osos en lo que va de temporada y el cuerpo le pedía jugar. Ettore Messina, que le tuvo a sus órdenes en el Virtus Bolonia, dio luz verde para incorporarle a la disciplina del conjunto blanco.

Jaric forma parte de una de las generaciones más talentosas del baloncesto yugoslavo. Compartió vestuario con Divac, Bodiroga, Stojakovic, Danilovic, Gurovic, Rakocevic... El 'glamour' entró en su vida del brazo de Adriana Lima, con la que tuvo una niña el mes pasado, Valentina, pero su pasado deportivo es de las vitrinas llenas y luce más que la figura de su mujer. El base, de 2'01, que también puede actuar como escolta, ha ganado un Europeo (Turquía), un Mundial (Indianápolis, EE UU), una Euroliga y dos ligas y una copa italianas. Anota con facilidad y acredita un buen uno contra uno, aunque a veces se le hace de noche en la dirección y entonces recurre a soluciones extravagantes que acaban en pérdidas de balón. Exceso de purpurina.

El Real Madrid necesitaba reforzar el perímetro y se puso en contacto con el serbio, que se marchitaba en los Grizzlies. Las dos partes llegaron a un acuerdo en tiempo récord y Jaric hará compañía a Prigioni y Llull en un equipo confeccionado para ganarlo todo, aunque parece que actuará de dos o tres. Está por ver si jugará el clásico ante el Barcelona del próximo domingo, pero Messina ya ha avanzado que quiere incorporarle con naturalidad y sin prisas. «Es un jugador fuerte, con talento, que entiende muy bien el baloncesto y puede desenvolverse en varias posiciones», destaca el técnico italiano.

Hijo de una leyenda

Jaric aterriza en Madrid después de un largo periplo por Italia y Estados Unidos. Hijo de Srecko Jaric, una de las leyendas del baloncesto yugoslavo, comenzó a encestar en la calle -como todos los niños del extinto país balcánico- y con 12 años ingresó en las categorías inferiores de Radnicki, donde empezó a pulirse y fichó después por el Estrella Roja. La aventura duró poco y emigró a Grecia para firmar por el Peristeri. De hecho, además del serbio, el base también posee el pasaporte griego y, en heleno, su apellido es Lotsis.

Después de triunfar en Italia, Europa se le quedó pequeña y voló a la NBA para jugar en los Clippers, primero, y Minessota y Memphis después. Ahora, tras siete años al otro lado del 'charco', regresa al Viejo Continente para defender los colores de uno de los grandes. Por cierto, su nombre está estrechamente ligado al Mundial de Indianápolis. Yugoslavia se medía a Argentina en la final y, en el último instante, defendió un contragolpe de Sconochini y forzó la prórroga. 75-75. La albiceleste pidió falta y los árbitros no señalaron nada. Ganaron los 'plavi'. Jaric, en una entrevista con este periódico en 2002, recordó la jugada. «No hice nada», aseguró. Y luego sonrió.