UN AÑO NUEVO
Elaborar un balance de este año en Cádiz desemboca en frustración o aburrimiento... Es el mismo que en 2003, 2005 ó 2007
Actualizado:Somos tan previsibles que, llegando esta fecha, hacemos siempre lo mismo. Reunirnos con nuestros recuerdos -que cada vez son menos y más pequeños- e intentar recomponer como en un puzzle las piezas del año que se nos termina. Como si quisiéramos retener el tiempo en esos recortes de prensa, en esos anuarios, en esos especiales televisivos que, igual que si del eterno retorno se tratara, parecen siempre el mismo cada año que termina. Es lo que tienen los tiempos modernos, que cada vez se parecen más al 'Groundhog Day', ya sabe, aquella película de Bill Murray en la que todas las mañanas se despierta con la sensación de estar cubriendo la misma noticia -la del 'Día de la marmota'-, hasta que descubre -después de mucho, eso sí- que está atrapado en el tiempo. Es lo que tiene abrir tanto la caja de la música, que todo siempre nos suena a lo mismo.
Y es que todos los años tienen la misma banda sonora desde hace mucho. Elaborar un balance de una provincia como la nuestra en 2009 puede desembocar en frustración o en aburrimiento. Es el mismo balance del 2003, del 2005, del 2007. Son los mismos problemas, los mismos proyectos, las mismas previsiones y el mismo parte siempre. Somos la provincia con más paro, con menos recursos industriales, con menos suelo, con más problemas de vivienda, con menos niños. un panorama que a veces nos lleva a preguntarnos como el reportero del Día de la Marmota: «¿Y si no hay mañana? Hoy no ha habido». Esa es la gran amenaza, que no haya mañana para una provincia que intenta reinventarse cada día pero que cada vez está más mayor y más olvidadiza. Hay que admitirlo. Nos falla la memoria. No tanto la histórica -que esa es legal y está subvencionada- sino la memoria del día a día. Piense. Piense qué diferencia a este año que se nos acaba del anterior, y del otro, y del otro. Atrapados. Sí. Sacará usted las mismas conclusiones que todos, que la crisis económica es más gorda. Que hay menos trabajo. Que no hay mas dobladillo para seguir estirando el traje. Que no hay más cera que la que arde.
Sobre lo memorable
El año que se nos acaba no quedará más que en la memoria de los que quieran jugar al 'Brain Training'. ¿Qué pasó en 2009? Juguemos. Fue el año de los tornados desde aquel día luminoso de febrero en el que un comunicado oficial -sí, fue un comunicado oficial- nos alertaba de que un tornado pasaría por Cádiz arrasando las calles y se declaraba la alerta naranja -¿cuál es más, la naranja o la roja?- y sus niños salieron corriendo del colegio, y usted salió corriendo de su trabajo -tenía trabajo entonces- y la ciudad se quedó vacía mientras las nubes hacían garabatos en el cielo y no pasaba nada. Nada. Fue el año en el que Luis García y Ana Suárez se convirtieron en los Bonnie and Clyde gaditanos después de estafar a los clientes de su inmobiliaria -¿quién se acuerda ya, si la memoria es tan frágil como el papel de los bancos?-. Fue el año en el que Jenaro Jiménez aparecía en Paraguay después de haber sido Álvaro Domecq y dejando a Miss Boquerón tan tiesa como antes había dejado a su familia. Fue el año en el que la plataforma de parados de Cádiz dijo un «basta ya» haciendo una huelga de hambre para reclamar un puesto de trabajo -¿quién les ayudó?-. Fue el año en el que la Catedral se convirtió en una jaula de pollos para tres conciertos, el año de los mercados temáticos, el año en el que le vimos las patas al puente, el año en el que El Canijo supo llamar a la puerta de la nostalgia con sus muchachas del congelao, el año en el que al Despojado lo llamaban «duque» por la Avenida, el año de Entrecatedrales, el año de la plaza nueva, el año del 'speaker' caletero. Nada más.
El año que se fue Manolo
Fue el año de Stieg Larsson y de sus ladrillos. Sí. Usted también se leyó las tres entregas con las majaderías de Lisbeth Salander, no lo niegue. Placebo lo llamarán unos. Demasiado tiempo libre, dirán otros. Fue el año en el que se fueron Michael Jackson -¿se fue o lo echaron?-, Luis Aguilé, Francisco Ayala, Muñoz Rojas, López Vázquez, Mercedes Sosa, Patrick Swayze -sí, hombre, el de 'Dirty Dancing'-. El año en el que Chaves dejó de ser Presidente de la Junta -nunca creyó que llegara ese momento, y llegó- el año en el que nos desbarataron la historia de la literatura y la fosa de Alfacar -¿dónde estará Lorca, a todo esto?- el año en el que los ministros se entretuvieron en indignar a la población con el cuento de que las niñas de 16 iban a acabar con la humanidad, el año en el que Marta del Castillo se perdió para siempre. Nada más.
Otro año para guardar en el baúl de los recuerdos. Pasaron cosas, sí. Pero no fue el león tan fiero como nos lo pintaron. Quizá tengamos el síndrome de Estocolmo. Quizá andemos como media humanidad atrapada en los libros de Stephenie Meyer y nos creamos lo de «And so the lion fell in love with the lamb...»
Quizá nos consuele que Tom Cruise le escriba a la Alcaldesa en vez de a los Reyes Magos. Y puestos a pedir a los Magos, pidamos un año nuevo, nuevo de verdad, sin estrenar, no uno de segunda mano, que es lo que nos llevan trayendo desde hace... ¿Cuánto?