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EL CANDELABRO

CERDITA

ARANTZA FURUNDARENA
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Ya hay algo más pesado que un cerdo en brazos. Un cerdo, en brazos de Paris Hilton. Paris nos abre esta semana las puertas de su estomagante hogar en Beverly Hills, a través de un lujoso e indigesto reportaje gráfico publicado por una conocida revista. La primera conclusión es que eso no es un hogar, sino la suite presidencial de un Hilton. La segunda, que además de suite presidencial es un zoo en el que cohabitan un cerdo, seis perros, varios conejos, ranas, loros y gatos, en un hábitat para ellos insólito: muebles de época y carísimas alfombras persas. Y la tercera, y definitiva, es que semejante híbrido entre zoo y hotel de cinco estrellas es sobre todo un santuario que Paris se ha erigido a sí misma. Hay retratos de ella hasta en el microondas, y algunos cojines llevan estampado su rostro, lo cual coloca en una tesitura muy incómoda a los invitados que deseen utilizarlos para sentarse encima.

Está claro que, por más que a Hilton la desheredara su abuelo, ella no es precisamente Isidora Rufete. Aunque tal vez debería leer a Galdós y extraer algunas conclusiones. El cerdo, por cierto, no es cerdo, sino cerdita. Se llama 'Princess Pigelette' y su dueña nos la presenta como para regalo: con un lazo de raso rosa anudado al cuello y envuelta en una mantita de marca. Pero nada. Como si le echa margaritas...

Posa Paris con la guarrilla en su regazo o estrechándola fuertemente contra su pecho, y el animal boquea asfixiado con la mirada perdida en el infinito, como si estuviera preguntándose (en todo su amplio significado) ¿qué he hecho yo para merecer esto? En otra instantánea, Hilton aparece recostada en un sofá con Marilyn Monroe (su perrita de raza pomerania) entre las piernas. En la pared, un óleo de la propia Paris (su narcisismo es de una redundancia que aterra), esta vez desnuda y a cuatro patas. ¿Metáfora de su inmenso amor por el reino animal? Más bien, metáfora de su inmenso aburrimiento.