La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, tras el Consejo de Ministros. :: EFE
ESPAÑA

El Gobierno culpa del desapego hacia los políticos al PP y la crisis económica

Los votantes del partido opositor son los menos preocupados por la corrupción y el fraude, según el CIS

MADRID. Actualizado: Guardar
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Si hay que encontrar al culpable de que los ciudadanos españoles sientan cada vez menos afecto y respeto hacia los políticos el Gobierno lo tiene claro: no mira de puertas adentro. La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, achacó ayer el creciente fenómeno a dos factores exógenos, el espíritu crítico que despierta la crisis económica y la actuación del PP, pero nada dijo de la gestión desempeñada desde La Moncloa, con la que se mostró más que satisfecha. «Hemos hecho todo lo que teníamos que hacer», concluyó.

La número dos del Ejecutivo admitió que 2009 ha sido un año «difícil» y afirmó que el Gabinete de Zapatero comparte la preocupación de los ciudadanos con la marcha de la economía y con las altas cifras de parados. Sin embargo, pronosticó que el crecimiento económico volverá en 2010 en buena medida gracias a las medidas puestas en marcha y afirmó que ya cuentan con datos que muestran que se está frenando la destrucción de empleo.

De momento, las cifras disponibles son las que aportó la Encuesta de Población Activa del último trimestre, publicada en octubre, en la que se recogía un incremento del número de parados menor que en oleadas precedentes, pero suficientemente numeroso como para elevar el total a más de cuatro millones. Esta rápida destrucción de empleo está detrás de la percepción que, según el CIS, tiene del paro el 78,4% de los ciudadanos, que ya consideran éste como el principal mal del país.

En el Gobierno creen que también explica el fuerte desgaste, no ya de los dirigentes políticos en su conjunto, sino del propio Zapatero, que desde que ganó las elecciones en marzo del 2008, ha sufrido una pérdida de confianza de más de 20 puntos porcentuales. El barómetro de octubre fijaba ya en un 72,3% el porcentaje de encuestados que afirman tener poca o ninguna fe en él, aunque sigue estando en mejor posición que el líder de la oposición, Mariano Rajoy.

A juicio de Fernández de la Vega, sin embargo, lo que más ha contribuido a erosionar la imagen de los políticos son los ataques a las instituciones democráticas. La vicepresidenta se cuidó de no apuntar con el dedo acusador a ningún partido en concreto durante la comparecencia posterior al Consejo de Ministros, pero fuentes gubernamentales admiten que sus palabras tenían un destinatario concreto.

Disparar contra todo

«El correcto funcionamiento del Estado de Derecho requiere una labor pedagógica que no debemos olvidar nunca en la legítima confrontación política; cuando se establecen debates en los que no se respetan las instituciones o se ponen en cuestión no se está manteniendo el afecto al sistema», señaló.

Gobierno y PSOE sostienen que en su afán por salvar los muebles en el 'caso Gürtel', los populares han actuado de modo irresponsable 'disparando' contra jueces, fiscales y Policía de manera indiscriminada.

En esta idea incidió la secretaria de Organización socialista, Leire Pajín, quien afirmó que la desafección ciudadana se debe a que la crisis ha elevado el grado de exigencia de los ciudadanos sobre sus representantes políticos, pero también a la respuesta que han tenido los episodios de corrupción de Madrid y la Comunidad Valenciana, es decir, los que salpican al PP. «Los ciudadanos no se distancian de la política -dijo la dirigente socialista en Onda Madrid- sino de la mala política». Fernández de la Vega matizó después, no obstante, que la corrupción «no tiene color político». «Es una práctica deleznable que hay que combatir venga de donde venga», agregó.

Lo cierto es que en ese 16% de españoles que consideran a los políticos como uno de los tres principales problemas de España hay más votantes de derechas que de izquierdas. Entre los electores del PP el porcentaje se eleva casi al 20% y entre quienes apoyan a los nacionalistas de Convergència i Unió, al 32,3%. Los socialistas son los más cercanos a la media, 15,4%, y los de IU la superan ligeramente, 18,3%.

Llama la atención también el hecho de que los simpatizantes del primer partido de la oposición sean quienes menos preocupación muestran por la corrupción y el fraude. Sólo un 8% los sitúa entre los grandes males a los que debe hacer frente el país. Para quienes votaron a los nacionalistas catalanes en las pasadas elecciones generales, en cambio, este asunto está muy presente, 22%; más que para los demás, aunque también el 17% de los seguidores de Izquierda Unida y el 11% de los del PSOE lo ven como problemático.