Daniel López, con su mujer Rocío y su pequeño. :: CRISTÓBAL
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«La primera tragedia es rendirse»

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Daniel López, de 32 años, casado y con un crío, cree en Dios. A estas alturas, confesar de entrada la fe cristiana, aunque sea antes de Navidad, ya supone un acto de rebeldía. Pero no es el único. Hace tiempo que Daniel se rebeló contra la malaventura, y ayer mismo acabó por ganarle la batalla. Después de varios años trabajando con animales, un médico le advirtió de que ya podía ir buscándose otra manera de ganarse la vida. Alergia. Se vio en la calle de un día para otro. Su mujer, filóloga: en paro; su padre, albañil: en paro; su madre, cocinera: en paro. «No tenía a quién recurrir, así que decidí invertir el tiempo de subsidio en formarme», explica. En seis meses ha hecho tantos cursos que su currículum abruma. Los últimos: celador y transporte médico. «Lo principal es el empeño por salir adelante. No perder la esperanza, aunque cueste. Hay que levantarse todas las mañanas pensando: 'Mi trabajo es buscar empleo'».

Reconoce que el mal trago le afectó emocionalmente. «Lo peor son las noches, las vueltas en la cama, la angustia...». Al borde de la desesperación, acudió tres días antes de Navidad a la Asociación de Personas Sordas de El Puerto, a interesarse por un nuevo curso. «¡Y resulta que cumplía los requisitos para cubrir una vacante allí mismo!». «¡No me lo podía creer!». Lo primero que hizo, al salir de la entrevista, fue llamar a su madre por teléfono: «Un problema menos», le dijo. «A mi mujer tenía que decírselo a la cara».