«El agobio diario no te lo quita nadie»

Los padres de David tenían una lechería en la calle Benjumeda. No levantaba una cuarta del suelo y ya se subía a un taburete para alcanzar el mostrador y atender a la clientela. Es un currante nato, lo aprendió «de chico». Cuando en los ochenta la reconversión industrial dio el gran mordisco al empleo en la Bahía, David hizo lo que tantos: Zaragoza, Badajoz, Castellón. Madera, construcción, hostelería. El 8 de octubre lo llamaron a un despacho de la factoría de Moncobra en Puerto Real. Él se lo veía venir: «En verano éramos unos 200. Ahora quedan 47, y vamos a ver lo que duran.». La explicación es muy sencilla: «No hay carga de trabajo». Tiene una mujer desempleada, un hijo de 18 años también en paro y una hija de 16 que sigue estudiando. «No me quedaba subsidio acumulado, así que dependo de la ayuda del Gobierno». Pero las cuentas no le salen: vive de alquiler, luz, agua, ropa. La comida, por ahora, la solventan los familiares. «En Nochebuena, iremos a casa de mi hermana. En Nochevieja, a casa de mi cuñada». Estos Reyes, no habrá regalos. «Todos nos estamos apretando el cinturón, empezando por mis hijos, aunque no he tenido que decirles nada. Salió de ellos».

A David, hoy por hoy, le puede la impotencia. «Creo que me he pateado todos los bares y restaurantes de Cádiz para ver si había algo de camarero». Le teme a mañana, a no llegar para el alquiler: «Todos no cabemos en casa de mi madre. Habrá que repartirse».