Aquellas Nochebuenas
Actualizado:El próximo jueves celebramos la Nochebuena, fiesta entrañable -independientemente de los gastos que ello conlleva y a pesar de la crisis-. También resultan de unos recuerdos marcados por la añoranza, sobre todo en el caso de las personas mayores.
Al referirme a aquellas Nochebuenas rememoramos unos tiempos donde escaseaba casi todo, pero lo que había nos sabía a gloria. Aquellos que lograban comprar un pavo vivo, que normalmente lo tenían unas semanas antes de las fiestas y después de que el animalito se cebara con algún que otro kilo de maíz llegaba el momento del 'pavicidio' y esto era una gran tragedia.
Una vez resuelto, al pavo se le sacaba un rendimiento importante. Se hacia el puchero con algunos trozos y algún ingrediente más. Las madres y las abuelas se encargaban de hacer las salsas de almendras y vino con las que acompañar el festín junto con un buen plato de papas al bastón. El menudillo y algunas que otras piezas servían para organizar el almuerzo del día de Navidad.
De bebidas siempre estaba la media arroba de fino de Lacave y las dos o tres botellas de vino dulce de Chiclana para las mujeres. La botella de Aguardiente y la de Cacao para las más jóvenes de la familia. cuando llegaba el máximo esplendor de la noche, sobre todo en las casas de vecinos del barrio, era cuando se bajaban al patio las 'tortas', todavía no se las llamaba pestiños. Aquel lebrillo lleno de esas tortas con sus bolitas de anís y miel, esas copitas y esos cantes daban color a la Nochebuena. Un dato curioso es que muchos de los vecinos asistían a misa aunque el resto del año no pisaran la parroquia. Hoy comienzan estas fiestas con las comidas de empresas y los mariscos. Son extraordinarias, pero se echa en falta lo añejo, el estar puerta a puerta...