Poner el Belén

En los últimos tiempos, al acto cotidiano de poner la tele lo podríamos denominar, perfectamente, poner el 'Belén'. No sólo por los 'cristos' que aparecen, que son muchos y a todas horas, sino porque enciendes la tele y, casi con toda seguridad, en el zapeo de reconocimiento aparece Belén Esteban. Esta chica, que tiene más versiones que el Windows de Microsoft, demuestra gran habilidad para reinventarse y no caer definitivamente en el baúl de los juguetes rotos. Ahora han sacado la nueva; la Belén con rinoplastia y estirada como una cama recién hecha. Además, esta nueva versión es compatible con todas las causas pendientes que tiene la ex de Jesulín. Aunque, para ser exactos, igual habría que plantearse ya el cambio de trono y llamar al torero el ex de la Esteban, porque es ella la que mejor aguanta el tirón de la fama. Vamos, que ha resultado ser mucho más torera que el "ambicioso" ex matador.

Y yo que nunca hablo de famosos, he decidido meter la tecla en este circo porque estoy empezando a sentir responsabilidad con respecto a la chica en cuestión. No sé como explicarlo, pero siento que es nuestra famosa adoptada, como si la hubiéramos apadrinado entre todos, ella lo supiera y para agradecérnoslo se prestara a su eterna exhibición. Esta donación que ha hecho de su cuerpo y alma a la ciencia de la información me inspira ternura, no lo puedo remediar. Es un fenómeno como el de la música; ya puedes asegurar que no te gusta el pop, que un día te sorprenden moviendo el pie y la cabeza al compás de una canción de La Oreja de Van Gogh; te atrapa inconscientemente. Voy a decir más. Creo que en Nochebuena deberíamos brindar todos por Belén, delante del belén, porque ponerle una silla en casa me parece excesivo. Y lo que me parece tremendamente injusto es que no le hagan accionista de 'la nueve' (la 5+la 4), porque tiene más tirón que el Gabilondo y la Milá juntos. Así es la tele: cobran más los "justos" que los pecadores. Pasen buen día.