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El bache gubernamental dispara la euforia del PP
El PSOE admite que pasa su «peor momento» en diez años y los populares paladean una calma interna
MADRID. Actualizado: Guardar«La economía no es sólo dinero, es un estado de ánimo». Lo dijo José Luis Rodríguez Zapatero hace casi un año, cuando empezaba a convencerse de que la crisis económica marcaría su suerte en esta legislatura. Pero la misma frase es aplicable también a la política. Y ni el Gobierno ni el PSOE salen en este terreno bien parados. El PP, en cambio, goza de una bonanza impensable hace apenas dos meses. Sea por aciertos propios o por errores ajenos, los populares pasan por el mejor momento de la legislatura, los sondeos les sonríen y ven La Moncloa al alcance de la mano.
El PSOE puede apuntarse el tanto de haber sacado adelante la ley del aborto, la de financiación autonómica y las criticadísimas cuentas públicas para 2010 a pesar de su exigua mayoría. Pero con eso no basta. En las filas socialistas impera la sensación de estar viviendo «el peor momento en diez años». Los más optimistas se aferran a que, al fin y al cabo, aún es pronto para saber si esto tendrá reflejo electoral. «En una situación como la actual Rajoy nos tendría que meter ocho puntos de ventaja para respirar tranquilo», dice un dirigente con larga experiencia en estrategias de campaña. Aún así, no niegan la mayor: cunde el decaimiento.
El Congreso no es, después de todo, más que una de las tres patas que deben contribuir a la buena marcha de las cosas. Y las otras dos están de capa caída. El Gobierno porque no sale de un atolladero para toparse con otro y el partido porque apenas sí existe. «Tenemos que asumir que los tiempos del trío dorado, Zapatero-Blanco-Rubalcaba, no volverán», señala con resignación un diputado de peso. A eso se une una crítica eterna, la de que el presidente se sobreexpone. Lo hace, según dicen en el PSOE, porque no tiene un equipo que le parapete. En Moncloa se responde, en cambio, que en una coyuntura económica de este calado tiene la obligación de ejercer y escenificar su liderazgo.
El caso es que el jefe del Ejecutivo acusa ya un serio desgaste en las encuestas y, de momento, se muestra incapaz de subir la moral a sus tropas. Su último discurso en el Congreso, se saldó con una intervención técnica y sin gancho político, a pesar de que buscaba convencer al auditorio de las bondades de su plan de economía sostenible. Los báculos, además, le fallan. Su lugarteniente, la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, cuenta con detractores internos y, tras cinco años en el machito, tiene dificultades para ejercer de coordinadora, como demostró la gestión del secuestro del 'Alakrana'. Desde entonces ha optado por la inhibición. Ha estado casi desaparecida en el 'caso Haidar'.
Tanto se puso de perfil que se negó a recibir al ministro de Justicia marroquí y endosó la cita al vicepresidente tercero, Manuel Chaves, otro cargo que, en contra de lo ansiado por el PSOE, ha demostrado estar poco dispuesto a reforzar el peso político del Gobierno. Su actuación en la preparación de la Conferencia de Presidentes fue mal entendida por dirigentes territoriales y cargos orgánicos. José Blanco se asienta como ministro de Fomento, pero su ausencia se nota en el partido, donde Leire Pajín no termina de consolidarse.
La calma
El PP, entretanto, vive una etapa de calma impensable hace unos meses; no se sabe si es la que sigue a la tormenta o la que precede a la tempestad. Las encuestas sonríen al partido opositor, el deterioro de la imagen de Mariano Rajoy se ha frenado y los avatares de los socialistas despiertan más de una sonrisa de alivio. Pero el conflicto interno sigue larvado. Lo saben todos, los partidarios del líder del partido y los críticos. Los primeros se aferran a lo que dicen los sondeos y los segundos insisten en que Rajoy no ilusiona para llegar al palacio de La Moncloa en 2012.
El núcleo de la dirección del partido confía en que con no hacerlo mal y centrar la oposición en la economía, lo tienen hecho porque el desgaste que soporta el Gobierno por la crisis y los distintos frentes que le acogotan serán suficientes para desbancar a Zapatero en las próximas elecciones. El líder opositor está persuadido de que será suficiente, pues el presidente del Gobierno tiene, a su juicio, la habilidad de «convertir en problema todo lo que toca», y recuerda el aborto, la Conferencia de Presidentes, el secuestro del 'Alakrana' o el caso de Aminatu Haidar. Capítulos en los que podía trenzar consensos y exhibir éxitos diplomáticos, pero en los que sólo puede acreditar divisiones y «chapuzas».
Un enfoque en el que los críticos coinciden. «Zapatero no puede hacerlo peor», concede un relevante gobernante autonómico, que cree insuficiente ponerse «de perfil» para ganar las elecciones, ya que una línea de oposición concertada y eficaz, dice, no existe. Recuerda la ausencia de todos los presidentes autonómicos del PP en la última celebración de la aprobación de la Constitución; «dicen (los socialistas) que fue un gesto calculado y estratégico, ojalá lo hubiera sido: cada cual hizo lo que le dio la gana porque instrucciones de Génova no había».
Así las cosas, un buen banco de pruebas para comprobar la cohesión y fortaleza del partido se presentará en enero. Es más que posible que el juez instructor del sumario 'Gürtel' en Madrid, Antonio Pedreira, levante el secreto sobre otra parte de la causa. La desclasificación de 17.000 folios causó ya un terremoto en las filas populares. Rajoy confía en que no ocurra lo mismo, pero los deseos no siempre se compadecen con la realidad.