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DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

TIEMPOS REVUELTOSEL CASCABEL DEL GATO

Llevamos años asistiendo a una política de contratación de cachondeo y a dedo en el Ayuntamiento de JerezLa Junta ha ofrecido a sus empleados de Justicia trabajar horas extra por la tarde; quizá debería haberlo hecho con parados

JAVIER BENÍTEZ
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Es muy sintomático que las dos empresas que mayor número de empleados tengan de una ciudad sean instituciones públicas. Es lo que ocurre en Jerez donde el Ayuntamiento por un lado y el Hospital (Servicio Andaluz de Salud) por otro son las dos organizaciones más potentes en cuanto a número de trabajadores. Lo del Hospital es lógico e incluso son numerosas las voces que reclaman más personal para determinadas áreas del centro sanitario como, por ejemplo, Urgencias. Lo del Ayuntamiento ya no es tan normal. Llevamos años asistiendo a una política de contratación de cachondeo, dirigida a dedo y con el enchufe y el compadreo como grandes referentes.

Llevamos años viendo como la estructura municipal engorda y engorda hasta que, claro, las costuras han comenzado a ceder y el pantalón está a punto de rajarse por el culo. El panorama es achacable sobre todo a los gobiernos de Pacheco, que se convirtió en algo así como un ministro de trabajo local y, especialmente, en colectivos determinados como el de los cofrades y los flamencos. Por eso ya era hora de que alguien tuviera altura de miras, no se dejase influir por presiones interesadas y le pusiera el cascabel al gato, y en eso hay que felicitar a Pilar Sánchez.

La idea, el planteamiento ha sido bueno; ahora resta llevarlo a la práctica con eficacia y rigor. Pero yo iría más allá. Es necesario no sólo llevar a cabo un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) sino establecer unas directrices en la gestión de recursos humanos de tal forma que ese monstruo en el que se ha convertido el holding municipal vaya aligerando peso. Todos sabemos que la estructura está sobredimensionada, que el Consistorio podría funcionar no igual sino mejor, incluso, con unos cientos de empleados menos, y que eso va a ir en beneficio de la ciudad pues habrá más jurdeles y el mordisco que el área de Personal le da a los Presupuestos cada mes no será tan descomunal como ahora.

El caso es que una solución podría pasar por no sustituir las bajas que se produzcan, ni las prejubilaciones, y repartir de forma más equitativa y racional las plantillas. Hay delegaciones donde sobra tela de gente -de hecho hay determinados casos, intolerables, de empleados que acuden a su lugar de trabajo pero que no tienen nada o casi nada que hacer y se pasan el día entre cafés y periódicos- y otros departamentos de la casa consistorial donde van más apretaditos. Hay que repartir mejor los recursos y el juego porque es obvio que así no se puede continuar. Así pues, animo desde aquí a la alcaldesa que llegue hasta el final con la faena que ha comenzado. Y que nadie se asuste, no estoy hablando de despidos, aunque estoy convencido que hay casos que merecen de soluciones así de drásticas, sino de ir aquilatando esa amalgama de gente por los pasillos y los despachos en la que se ha convertido el Ayuntamiento de Jerez. Habría, eso sí, que encargar una auditoria seria, no como las que se suelen hacer por estas latitudes, que diagnostique la situación del Ayuntamiento, evalúe sus necesidades de personal y ponga cifra a las necesidades.

Es decir, ¿cuántos hacen falta para que nuestra administración local funcione con garantías y eficacia? Y mientras no se reduzca lo suficiente la plantilla, no un ERTE sino todos los que hagan falta. Sobre todo, si tenemos en cuenta las ventajosas condiciones de las que van a disfrutar aquellos que se acojan a esta medida, que, entre otras cosas, cobrarán el 100% de su sueldo durante los dos años de aplicación del expediente.

Si esta nueva y valiente estrategia puesta en marcha en el Ayuntamiento de Jerez funciona, estoy convencido que aliviará de manera notable los males que padece el Consistorio. De lo contrario, si no se trabaja este Plan de Viabilidad con la seriedad y el rigor que precisa la situación, veremos como este sacrosanto Ayuntamiento al que Pedro Pacheco llamó un día "la locomotora de la ciudad" descarrila y nos lleva a todos por delante.