
Marruecos se jacta de que España acepta su soberanía sobre el Sáhara
El embajador en Madrid afirma que la contrapartida al retorno de Aminatu Haidar ha dejado «las cosas claras» para el futuro
MADRID. Actualizado: GuardarMarruecos se siente triunfador en la solución del 'caso Haidar'. El reino alauí tuvo que dar su brazo a torcer y admitir en El Aaiún a la activista saharaui sin que mediara una petición formal de perdón a Mohamed VI, pero a cambio obtuvo algo que, a su juicio, es mucho más valioso que el reconocimiento implícito de que había violado los derechos humanos. «Queda claro que el Sáhara está bajo el imperio del derecho marroquí», se vanaglorió ayer el embajador marroquí en Madrid, Omar Azziman.
Es su lectura de los comunicados emitidos el pasado jueves por España y Francia, en los que reconocen que la ley marroquí «se aplica» en la ex colonia, al menos, hasta la resolución del conflicto.
El Gobierno alega que lo único que ha hecho es «constatar» un hecho que ya existía de 'facto'. Marruecos, por un lado, y el Frente Polisario, por otro, lo ven de manera distinta. El país magrebí afirma que se trata de una declaración que permite enterrar la consideración general, avalada por la doctrina de la ONU, de que el Sáhara Occidental es un territorio ocupado. Azziman aseveró que incluso acaba con la concepción de su país como mera «potencia administradora»; un estatus que tampoco le reconoce el derecho internacional y que ya sería una concesión desde el punto de vista saharaui. «Deja las cosas claras para el futuro», se ufanó.
Algo similar se temen el Frente Polisario, y la propia Aminatu Haidar. La activista puede apuntarse el éxito de haber puesto de nuevo la causa de su pueblo bajo el foco de la comunidad internacional. No era una tarea fácil, si se tiene en cuenta que las negociaciones formales para el fin del contencioso, que dura ya 34 años, llevaban paralizadas desde 2008 sin que a nadie pareciera importarle demasiado.
Pero Marruecos ha sabido jugar sus cartas en un intento de contrarrestar el efecto que la protesta de la activista saharaui, en huelga de hambre durante 32 días, ha tenido sobre las conciencias de gobiernos que hace apenas dos años se mostraban favorables a sus planes de una «amplia» autonomía para el Sáhara y daban la espalda a un referéndum de independencia del antiguo territorio español.
El reino alauí ha demostrado poseer en esta crisis una potente máquina de propaganda y una ágil capacidad diplomática. España, pero también Francia y Estados Unidos, han sufrido un goteo constante de delegaciones encabezadas por ministros de Mohamed VI. Marruecos pretendía evitar que se viera dañada la credibilidad de sus reformas «a favor de los derechos humanos y la democracia», como aseguró el embajador en España.
De ahí, la insistencia del vecino del sur en que Haidar no era más que un instrumento en manos de Argelia y el Polisario para boicotear su plan para el Sáhara. Un plan que, por cierto, ya perdió enteros tras el cambio de Gobierno en Estados Unidos, visto que Barack Obama no ha asumido el respaldo que en su día le otorgó George Bush, y la destitución del antiguo enviado de las Naciones Unidas Peter van Walsum, un mediador que enconó los ánimos del Polisario al declarar la opción de la independencia como poco realista.
Convencer
En este contexto cabe interpretar las palabras de Azziman de ayer con las que restó valor al hecho de que la activista no se hubiera inclinado ante el rey. «No era un problema de vencer, sino de convencer», dijo. Y, desde su óptica, el objetivo se ha logrado porque las declaraciones vertidas por las autoridades españolas, francesas o estadounidenses a raíz del regreso de Haidar «han dejado muy claro el estatus del Sáhara desde el punto de vista del Derecho Internacional», alegó.
La verdad de estas palabras está por demostrar. Los comunicados de Francia y España no pasan de ser manifestaciones políticas sin validez jurídica alguna. Ningún país ni organismo internacional reconoce oficialmente la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental y, en cambio, más de 60 países reconocen a la República Árabe Saharaui Democrática. La postura francesa, por otro lado, no tiene nada de nueva; París siempre ha sido pro marroquí. Y en Estados Unidos es difícil encontrar un posicionamiento claro sobre el conflicto. Lo más que ha dicho hasta ahora la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, es que el caso de Aminatu Haidar evidencia la «urgencia» de encontrar una «solución permanente» al contencioso.