Juan de Dios Regordán
Actualizado: GuardarJuan de Dios, hombre responsable, crítico e hiperactivo, defiende que el arte de vivir consiste -más que en esforzarnos por alargar el tiempo,- en desplegar todas nuestras capacidades para seguir creciendo, para alcanzar una vida más plena, intensa y humana: para interpretar, comprender, valorar, disfrutar y vivir en el mundo actual, y, sobre todo para ayudar a los que sufren.
Por eso, como afirma, esta habilidad tiene mucho que ver con la salud del cuerpo, con el alimento del espíritu, con el crecimiento ético y con la educación estética, además de con otros factores como el trabajo, el ocio, con los recuerdos y con las ilusiones, con la esperanza y con el amor: con esos valores que, siempre bajo su coherente espíritu juicioso, otorgan a la vida humana orientación, respiro y libertad.
Intensamente preocupado por la situación social y política que atraviesa su ciudad de Algeciras, lucha por evitar el aborregamiento y se esfuerza por transmitir el mensaje de que lo único que no podemos hacer es renunciar a un futuro más justo y más solidario.
Por eso, este profesor entregado, nos explica que es injusto que el ansia de «bienestar» de la mayoría afortunada de ciudadanos se satisfaga a costa del «malestar» de algunas minorías desgraciadas.
Si pretendemos ser justos y solidarios -nos dice- hemos de repartir equitativamente los bienes y los males, los gozos y los dolores, las ganancias y las pérdidas, la salud y la enfermedad, el calor y el frío, las comodidades y las molestias, el llanto y la risa.
No podemos aceptar que, para que una ciudad esté más bella, expone el educador, expulsemos o alejemos a los que afean el paisaje y a los que perturban la calma. O, en otras palabras: no es justo que, para que unos pocos o unos muchos lo pasemos mejor, alejemos las molestias que nos causan, por ejemplo, las personas extrañas o extranjeras.