El presidente Barack Obama y su secretaria de Estado, Hillary Clinton, se reúnen con los líderes de Sudáfrica, Brasil e India y el primer ministro chino, entre otros. :: REUTERS
MUNDO

Insuficiente acuerdo de mínimos

Los líderes mundiales dejan para 2010 la firma de un tratado vinculante post-KiotoLa oposición de China al control de sus emisiones obliga a cerrar la cumbre con una declaración testimonial

COPENHAGUE. Actualizado: Guardar
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Fracaso, oportunidad perdida, fiasco... cualquiera de estos calificativos vale. La cumbre del clima de Copenhague caminaba a últimas horas de ayer hacia una declaración testimonial hilvanada en tiempo de descuento por 119 jefes de Estado y de Gobierno de los 192 países participantes en este cónclave. Lo pactado sería dejar una vez más la lucha contra el cambio climático para pasado mañana.

Con mucha suerte, el tratado o tratados vinculantes de control de las emisiones de CO2 a partir de 2012, una vez expire la vigencia del Protocolo de Kioto, se firmará el año que viene, «en seis meses o no después de diciembre de 2010», según el texto sancionado.

El llamado 'acuerdo de Copenhague' no va más allá e incluso retrocede respecto de la hoja de ruta marcada en Bali en 2007, donde al menos se indicaban límites flexibles de reducción de los gases de efecto invernadero para las próximas cuatro décadas. Aquí, al cierre de esta edición, sólo había una cifra indiscutible: los dos grados centígrados de aumento máximo de la temperatura media de aquí a 2050 que se puede permitir el planeta sin sufrir transformaciones devastadoras.

Los últimos borradores manejados reconocían también la ayuda prometida por los países industrializados para que los más pobres y vulnerables -10.000 millones de dólares (6.980 millones de euros) repartidos en los próximos tres años y, a más largo plazo, 100.000 millones de dólares (casi 70.000 millones de euros) anuales de fondos públicos y privados que Naciones Unidas exige movilizar para 2020 y en adelante-.

A esa cifra se llegaría de forma progresiva en la próxima década. En el alero estaban las 'horquillas' manejadas hasta ahora de reducción de emisiones de CO2 del 'primer mundo', entre el 25 y el 40% y los límites de entre el 15 y el 30% en las emisiones tendenciales de las naciones en desarrollo en la próxima década. En el horizonte de 2050 se habla de un 80% menos de emisiones en los países ricos y del 50% menos en el cómputo global.

A primeras horas de la noche, cuando todo seguía en ascuas después de innumerables reuniones a varias bandas de Obama, el primer ministro chino, Wen Jintao; el presidente brasileño Lula da Silva; los europeos Angela Merkel, Sarkozy, Gordon Brown; y José Luis Rodríguez Zapatero, entre otros, y de múltiples contactos de segundo nivel y tercer nivel entre las delegaciones negociadoras, el presidente del Gobierno español compareció brevemente ante la prensa. Habló de «dificultades serias», de «intereses contrapuestos» y de resultado «incierto» de la negociación. El jefe del Ejecutivo defendió la necesidad de un acuerdo «vinculante» que obligue a la comunidad internacional y resaltó la «ambición limitada de algunos países», tanto en el recorte de emisiones como en la validez jurídica del compromiso de Copenhague.

Los nombres los puso la ministra Elena Espinosa. «Básicamente los obstáculos proceden de China y tenemos algunas dificultades con Brasil», dijo la titular de Medio Ambiente, Rural y Marino. Su homólogo sueco, Andreas Carlgren, acusó directamente al gigante asiático de haber intentado torpedear la cumbre de principio a fin.

China se opone a que Naciones Unidas verifique en el futuro la prometida contención de sus emisiones de CO2. Lo considera una «intrusión» en su soberanía y un escrutinio indeseable sobre los métodos de producción que la han convertido en un coloso comercial. Esa 'transparencia' es la tercera pata imprescindible que exigen la UE y, en especial, Estados Unidos, para cualquier compromiso postKioto. «Mitigación, financiación y transparencia», recalcó Barack Obama ante el plenario.

El plan de EE UU

El presidente estadounidense no se movió de los objetivos propios de reducción del CO2 reiterados la víspera por la secretario de Estado, Hillary Clinton: un 17% calculado sobre 2005 -apenas un 4% respecto de 1990, año base del Protocolo de Kioto que obliga al resto de países industrializados-. A largo plazo, 2050, Estados Unidos pretende emitir un 80% menos de dióxido de carbono a menos

Si las trabas de China se conocían, las de Brasil a última hora son más difíciles de entender. Ante el pleno de los delegados, Luiz Inazio 'Lula' da Silva sacó pecho con los compromisos unilaterales asumidos por ley en su país sobre energías renovables, cambios en los métodos de producción agrícola e industrial y control de la deforestación amazónica.

Lula incluso ofreció poner dinero para adaptación de los países más pobres al cambio climático «si fuera necesario», entre los aplausos del auditorio. Reclamó, no obstante, que el grueso del esfuerzo de mitigación lo hagan las naciones causantes del cambio climático en los dos últimos siglos, «las que tuvieron el privilegio de industrializarse primero».

Luego estaban los que hacen la guerra por su cuenta, cualquiera que ésta sea. El presidente de Bolivia, Evo Morales, y el máximo dirigente de Venezuela, Hugo Chávez, adelantaron que la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que integran Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Cuba y pequeñas islas caribeñas, rechazará cualquier acuerdo que no vaya a la raíz del problema del calentamiento global, «el sistema capitalista» y su egoísmo depredador, y «destructor de la Madre Tierra», recalcó Evo Morales.