La ambición de la Unión Europea
La presidencia sueca intentó hasta última hora involucrar a Washington y Pekín para reducir los gases contaminantes Rodríguez Zapatero destaca el «compromiso y las propuestas audaces» de los 27
COPENHAGUE.Actualizado:Aún antes de cerrarse ningún acuerdo, José Luis Rodríguez Zapatero quiso rendir homenaje a la «coherencia, seriedad y rigor» de la Unión Europea desde el principio de la Cumbre del Clima de Copenhague. «La UE está manteniendo sus compromisos y las propuestas más audaces» de reducción de las emisiones de gases causantes del calentamiento global, aseguró.
Durante el plenario, Rodríguez Zapatero mostró el respaldo de España a la propuesta de la reducción de emisiones del 50% para 2050. El presidente apuntó que de esa manera se podría evitar que la subida media de la temperatura del planeta supere los 2 grados centígrados a finales de este siglo. Asimismo defendió la financiación a los más pobres y vulnerables e insistió en el compromiso de la UE: en los próximos tres años, 7.200 millones de euros, de los que España aporta 375 millones.
Los 27 llegaron a Copenhague con el mandato interno aprobado por Bruselas que implica rebajar el 20% de sus emisiones de CO2 para el año 2020, y la oferta de subir al 30% si las demás potencias contaminantes, Estados Unidos y China sobre todo, hacían esfuerzos comparables. La negociación se torció tan pronto desde el arranque este lunes del tramo ministerial que ni siquiera ha tenido necesidad de poner sobre la mesa como baza ese 'plus'.
«Sería inútil si Estados Unidos y China -ambas suman más del 50% de los vertidos mundiales de gases de efecto invernadero- no elevan su nivel de ambición», ha repetido el ministro sueco de Medio Ambiente, Andreas Carlgren. «Si China sigue con su actual tendencia, sin introducir medidas correctoras, se 'comería' en un solo año ese esfuerzo extra de la UE», explicó.
Suecia, como presidenta de turno de la UE, participó de manera activa en la frenética jornada de negociaciones de última hora de la cumbre. El toque a rebato inicial sonó en la medianoche del jueves, cuando no había un solo punto de acuerdo, ni de máximos ni de mínimos.
La presidencia danesa de la cumbre y Naciones Unidas convocaron a un grupo de países representativos de todas las 'sensibilidades' climáticas para intentar salir del punto muerto y pergeñar un borrador.
Mientras los presidentes y primeros ministros seguían en la cena de gala ofrecida por la reina Margarita de Dinamarca, acudieron a la llamada los ministros y negociadores de 28 países, las grandes potencias industriales, naciones emergentes, naciones de África y Latinoamérica y pequeños estados insulares amenazados por la subida del nivel del mar.
Se abría así una jornada de locos, con miles de delegados y periodistas mirando el reloj. Con retrasos y cambios constantes en el programa oficial. Con un plenario al que, cuando no estaba interrumpido por las negociaciones entre bambalinas de los grandes líderes, nadie prestaba atención, conscientes todos de que lo crucial se cocía fuera. Con decenas de reuniones bilaterales. Con los jefes supremos de las delegaciones buscando desesperados un mínimo compromiso que les permitiera hacerse la foto de familia final, clausurar la cumbre y eludir la censura de los ciudadanos del mundo por no ser capaces de pasar de las palabras a los hechos.