La nueva esperanza de los refugiados
Actualizado: GuardarAminatu Haidar posee muchas virtudes, pero la de pronosticar no. En 1987, pensó que era improbable que Marruecos reprimiera a los activistas saharauis ante la visita al país de dos delegaciones de la ONU y de la Organización de Estados Africanos. Se equivocó. Dos noches antes de que aterrizasen en El Aaiún las misiones, Haidar, que tenía 20 años, fue sacada de madrugada de casa de sus padres y encerrada en una prisión secreta, donde estuvo tres años y siete meses sin que nadie supiera si vivía. Estuvo siempre con los ojos vendados. Golpeada y humillada, salió más comprometida con su causa, más religiosa y con ceguera parcial, anemia y una úlcera.
En 2005, tampoco imaginó que la 'intifada' saharaui tendría consecuencias para ella, sobre todo porque ya era una conocida activista que había sido galardonada en Estados Unidos, España o Francia. Volvió a errar. De nuevo fue encarcelada.
Este 13 de noviembre pasado acumuló otros dos errores. Primero, cuando le interrogaron durante 30 horas en el aeropuerto de El Aaiún pensó que su destino era la cárcel. No fue así. Los agentes se quedaron con su pasaporte y fue deportada a España. Haidar creyó en ese instante que las autoridades españolas la devolverían porque no tenía pasaporte. La dejaron entrar e impidieron que retornara a su país.
El mayor desacierto, sin embargo, lo cometió dos días después con la huelga de hambre por lo que entendía como doble violación de sus derechos. Haidar barruntó que pocos se percatarían de su ayuno. Su gesto y determinación, sin embargo, cautivó a la opinión pública española hasta el punto que el Gobierno de José Luis Rodríguez tuvo que emprender una frenética actividad diplomática para hallar una solución.
Su sufrimiento ha tenido una recompensa inesperada: el Sáhara Occidental ha vuelto a la primera línea de la actualidad. En los campamentos de refugiados de Tinduf como en El Aaiún, los saharauis veneran ya a Aminatu como su nueva esperanza, tal vez la última.