ESPAÑA

«Mi caso va a impulsar la autodeterminación del Sáhara»

Aminatu Haidar asegura que mantendrá su lucha «hasta el final»

EL AAIÚN. Actualizado: Guardar
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En la cama de su casa en el barrio de Casa Piedra, en El Aaiún, Aminatu Haidar es una mujer feliz. Ni puede ni quiere ocultar una gran sonrisa; agotada, es cierto, pero radiante. «Me siento fuerte», asegura la activista a un grupo de periodistas que se acomodan a los pies de su cama. El ayuno no ha hecho mella en su espíritu y, lo que es más, Haidar no ha cambiado ni una coma de su discurso político.

Aminatu ya bebe algo ligero, alguna infusión y un suero oral con los que va recuperando la energía. «El apoyo del pueblo español es lo que me alimentaba diariamente, ha sido un apoyo de alto nivel», reconoce. El alimento, aunque seguirá siendo espiritual, poco a poco se va a ir haciendo más sólido, asegura su médico, Domingo de Guzmán, que la ha acompañado en el regreso desde Lanzarote. «Va a seguir una dieta de líquidos, y dentro de una semana o algo más introduciremos alimentos sólidos», explica el facultativo.

Haidar ha vuelto tras 34 días de exilio y 32 de huelga de hambre, pero se siente victoriosa. «Mi vuelta es un orgullo y una victoria para el pueblo saharaui, la sociedad civil española y todas las personas libres y conscientes que me han apoyado y que luchan por la paz», asegura emocionada. Su íntima amiga Elghalia Djimi, con la que ha compartido celda y vicisitudes, la agarra fuerte de la mano, la besa y le sonríe. «Anoche (por anteanoche) se vio claro que toda la propaganda que se ha visto en la televisión marroquí es mentira», asegura Elghalia Djimi.

Pese a la fuerte presencia policial, Haidar fue recibida la noche del jueves en su barrio por un jolgorio de vecinos y amigos. «Estoy muy contenta de ver a los saharauis con mucha fuerza, como siempre. Me estaban esperando en la casa y en el barrio a pesar de la fuerte represión policial», explica. Aunque, sin duda, la bienvenida más emotiva fue la que le dieron sus dos hijos, «que estuvieron llorando durante mucho rato».

Además de Hayat y Mohamed, Aminatu también se considera madre de «todos los hijos de los desaparecidos, de los encarcelados, todos los niños que están en los campamentos. Por ellos -dice- estoy luchando».

Sobre las negociaciones que han facilitado su regreso, la activista no tiene más que duras palabras para el Ejecutivo español. «No tengo mucha confianza en este Gobierno porque siempre ha apoyado el plan de autonomía y a Marruecos, y nunca ha denunciado violaciones de derechos humanos contra una población que era hasta ayer española», critica Haidar. Y advierte: «Zapatero se encuentra en una situación muy delicada, muy crítica. Nosotros no le pedimos que reconozca la independencia del Sáhara, pero sí que apoye el derecho inalienable y legítimo a la autodeterminación del pueblo saharaui».

«No vamos a ceder»

Una causa que, Aminatu asevera, se ha visto reforzada en el último mes con su protesta en el aeropuerto de Lanzarote. «Toda la atención que se ha dado a mi caso va a dar, seguro, un impulso a la autodeterminación del pueblo saharaui», sostiene, y confía en que algún día se consiga la independencia del Sáhara Occidental. «Puede que la generación de Aminatu no esté ya, pero el día va a llegar», afirma convencida la activista.

Tras las gafas, a Aminatu Haidar se le endurece la mirada cuando habla de Marruecos. «Su estrategia es estúpida», asegura. «Después del discurso del rey (en el que Mohamed VI endureció su postura con respecto a los disidentes), Marruecos ha confirmado que no va a aceptar la legalidad internacional. Esto es muy peligroso, un paso atrás», señala la activista, convencida de que el país magrebí vive una regresión equiparable a la de los 'años de plomo'.

«Pero nosotros -advierte-, como saharauis, no vamos a ceder porque ni la desaparición forzosa, ni la tortura ni los juicios falsificados han podido impedir a los saharauis seguir la lucha legítima para alcanzar la libertad».

Aminatu empieza a sentirse cansada tras el duro ajetreo de los últimos días. En la pequeña habitación, debajo de las mantas, pero arropada sobre todo por el cariño de su familia y de las decenas de amigos y vecinos que intentan acceder a la vivienda para abrazarla, la activista busca ahora un poco de reposo.

«Ahora tengo que recuperar mi salud, que como mínimo tardará dos meses», reconoce a la vez que da un sorbo al suero hidratante que le proporciona el doctor De Guzmán. «Pero puedo asegurar que voy a seguir mi lucha hasta el final».