El dimisionario
Actualizado: GuardarEl presidente de los empresarios tiene graves problemas en sus empresas. ¿Por qué iba a ser él una excepción? La CEOE no quiere que se vaya y ha obtenido un respaldo unánime para que continúe en su cargo, o sea, para que siga machacándose la vida. La creciente demagogia nos ha presentado la figura del empresario como un malvado egoísta que chupa la sangre del trabajador, pero no puede haber marineros si no hay patrón, ni vampiros si no hay transfusiones. La demagogia, que se define como dominación tiránica de la plebe, seguirá mientras la plebe no se transforme en pueblo.
Es verdad que son muchos los que animan al pueblo y no le aman, pero son todavía más los que han conseguido vivir de lo que prometen cuando se hacen cargo (no de la situación, sino cuando acceden a un cargo). Mandar -y no lo digo por experiencia, ya que no he mandado nunca ni siquiera sobre mí, que soy muy desobediente- creo que produce un gran placer. Al fin y al cabo de la calle, quien ordena sabe que está influyendo en el destino de mucha gente.
La CEOE ha cerrado filas en torno a Gerardo Díaz Ferrán, sin considerar que hay muchos huecos. Las filas están bastante diezmadas y el hombre decidió poner su puesto a disposición del Comité y la Junta Directiva de la patronal. No le dejan dimitir al dimisionario. Como en la copla, él dice «me voy, me voy, pero me quedo». No es momento para buscarle suplentes, ya que España ha vuelto a batir su propia plusmarca en el ranking mundial de insolvencias empresariales y hay más acreedores que ventanillas de cobro. «No te vayas todavía», le ruegan sus colegas al señor Díaz Ferrán, al que Caja Madrid le ha abierto un expediente por un impago de veintiséis y medio de millones de euros. «Petaca minuta», que decía aquel concejal del PSOE, que fumaba mucho.