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Ruido de sotanas

En el País Vasco están cambiando tantas cosas que era imposible que el cambio no afectara a la Iglesia

FÉLIX MADERO
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En 1934, el ministro de Agricultura era un miembro de la CEDA llamado Manuel Jiménez Fernández. Fue un impetuoso católico de misa y comunión diaria, pero con pésimas relaciones con los obispos. A don Manuel le preguntaron por las razones por las que se llevaba tan mal con los que mandaban en la Iglesia, y respondió: «No tengo nada contra los obispos españoles, salvo dos cosas: no creen en Dios y no han hecho el Bachillerato». Reparo en las sotanas amotinadas en contra del nuevo obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, y me cuesta entender que crean en las cosas más necesarias. El Bachillerato lo tiene hoy cualquiera, aunque a algunos curas les haya servido para comparar a un etarra con el mismo Cristo crucificado, o para esconder en una sacristía de Irún a dos asesinos que habían perpetrado una matanza en Santander.

Esto que les cuento pasó. No volverá a ocurrir, de eso estoy seguro. Y lo estoy porque eso es lo que monseñor Munilla no estará dispuesto a consentir. En el País Vasco están cambiando tantas cosas que era imposible que el cambio no afectara a la Iglesia. Munilla desea una Iglesia con curas que respondan ante todos sus feligreses. Los que se amotinan no fueron capaces de gastar tanta unanimidad para reconfortar a las víctimas de ETA ni para pedir el final del terrorismo. Al César lo suyo, a Dios lo suyo. Al mismo tiempo las dos cosas no pueden ser. La tomaron hace 14 años con el obispo de Bilbao: 'Un tal Blázquez', que decía Arzallus. Ahora es Joseba Egibar el que sale con las manos en la cabeza al grito de que están desvirtuando la Iglesia vasca. Y lo dice alguien cuyo partido cambia euros por un voto afirmativo a la reforma del aborto. ¿Desvirtuando qué, señor Egibar?

Munilla ha nacido en el País Vasco, habla su lengua, ha sido cura allí. ¡Cuál es el problema, de qué se le acusa cuando aún no ha tomado el báculo de la mano! Se quejan porque no les consultan, pero ¿desde cuándo la Iglesia es una democracia? De su capacidad pastoral no dicen nada. Molesta que no haya salido de la factoría de Setién. Les inquieta que venga alguien dispuesto a aplicar las bienaventuranzas y no el credo nacionalista más cerrado.

Decía el poeta Luis Rosales que sobre la humildad se fundan todas las demás virtudes y que quien carece de humildad no puede vivir cristianamente. Es una pena que los curas guipuzcoanos no lean poesía. Es pena mayor que tampoco el Evangelio. Molesta que llegue un obispo que, a diferencia de los del año 34, cree verdaderamente en Dios.