
Berlusconi retrasa su salida del hospital
El debate político no se aplaca en Italia y el ala dura de la derecha arremete incluso contra Fini, su principal aliado Localizan una potente bomba reivindicada por un grupo anarquista en una universidad de Milán
ROMA. Actualizado: GuardarEl primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, aplazó su salida del hospital San Raffaele de Milán y seguirá ingresado por cuarto día consecutivo. En teoría, hoy le darán el alta. Se esperaba que abandonara el centro ayer por la tarde, pero 'Il Cavaliere' había dormido mal y se despertó dolorido, con jaqueca. Sigue teniendo problemas para comer y las personas ajenas a su círculo político, y por tanto más francas, confiesan que le han visto bajo de moral. En cambio su portavoz, Paolo Bonaiuti, declaró: «Me ha dicho que diga a todos que se siente positivo y determinado».
No debe olvidarse que Berlusconi tiene 73 años. El trauma del ataque del domingo se ha revelado en los días posteriores. Su médico personal, Alberto Zangrillo, que como es costumbre en Italia va dando entrevistas por todas partes, ha contado que el dolor se ha agudizado. El golpe ha agravado un dolor cervical que el jefe del Gobierno sufre desde hace tiempo. Ya ha anulado varios compromisos oficiales por esta causa, aunque nunca se ha sabido si era verdad del todo.
Zangrillo confirma que ha visto a 'Il Cavaliere' «apagado, con una profunda amargura por lo que le ha pasado». No obstante, sigue siendo el de siempre. Relata que cuando entra alguien se transforma y quita importancia a lo ocurrido: «Hasta les pregunta: ¿qué puedo hacer por ti?». De hecho, se había intentado frenar la procesión de visitas pero los médicos han pensado que quizá tiene un efecto benéfico. En cualquier caso, cuando deje el hospital deberá estar dos semanas de reposo, lo que situaría su regreso a la escena pública para 2010, después de las fiestas navideñas.
Durante ese intervalo tal vez se calmen los ánimos, pero ayer fue un día más de tensión. En medio de la pelea política y las acusaciones mutuas de propiciar nuevas acciones violentas, una llamada a un periódico avisó de una bomba colocada en la prestigiosa universidad Bocconi de Milán. Estaba preparada para estallar a las tres de la mañana, pero falló. Contenía dos kilos de dinamita y según la Policía italiana, podía haber causado graves daños materiales. Fue reivindicada por un grupo llamado FAI, siglas de Federación Anarquista Informal, en un comunicado sin pies ni cabeza del que se deduce que protestan contra los centros de detención de inmigrantes. Es un grupúsculo activo desde hace años que suele enviar paquetes bomba. Tiene toda la pinta de que ha querido cobrar protagonismo con la sensibilidad mediática de estos días. Se esperaban cosas de este estilo.
Otro incidente ocurrió en el mismo hospital de Berlusconi. Un joven de 26 años, también en tratamiento psíquico por un romance frustrado con una inglesa, intentó acceder de madrugada a la planta donde se halla ingresado el primer ministro, aunque dijo que le vota y era sólo para saludarle. En cuanto al agresor del magnate, Massimo Tartaglia, seguirá en prisión por orden del juez, que rechazó su traslado a un centro psiquiátrico. Está recluido solo y vigilado las 24 horas, pues su padre ha expresado su temor a que intente un suicidio.
Forzar la inmunidad
El circo de la política italiana también sigue imparable. El ala dura del partido de 'Il Cavaliere', Pueblo de la Libertad (PDL), escoltada por medios de comunicación del potentado, está desatada por la agresión a su líder. Cualquier crítica es vista de inmediato como una incitación a un nuevo ataque y la estrategia final es, probablemente, sacar tajada de lo ocurrido para forzar la inmunidad de Berlusconi, con la tesis de que no habrá serenidad mientras sigan abiertos sus procesos judiciales. Está en ello.
Este sector ha cargado incluso contra el cofundador de la formación y principal aliado del líder conservador, Gianfranco Fini, que en el último año es la voz sensata que replica a sus desvaríos. Por eso siempre sobrevuela la posibilidad de una ruptura y, quizá, elecciones anticipadas. Fini fue a visitar a Berlusconi, pero tampoco se ha librado. 'Il Giornale', diario de la familia del magnate, abría ayer con este titular delirante: «Bofetada de Fini al primer ministro herido». Todo porque, como presidente de la Cámara de Diputados, osó criticar la decisión del Gobierno de blindar la ley de presupuestos, sometida a voto sin enmiendas. Fini estaba atónito por el discurso incendiario del jefe de grupo del PDL, Fabrizzio Cicchitto, que acusó a la prensa, a los magistrados y a parte de la oposición de ser los responsables morales del ataque a Berlusconi. «Fue un cóctel molotov, parecía un ultra», ha comentado.