: TEXTO: ESTER REQUENA : FOTOGRAFÍA: CHARISM SAYAT
Sociedad

Cuando ruge el Mayón

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El volcán Mayón se despereza poco a poco de su letargo en pleno Parque Nacional de Nayong Philipino. El descanso del guerrero ha llegado a su fin. La tierra vuelve a rugir tres años después. El halo de vapor que brillaba noche tras noche en la ciudad filipina de Legazpi, a unos 300 kilómetros de Manila, ha dejado paso a rocas y lodo ardiente que descienden a ritmo pausado por sus 2.525 metros de altura. La erupción del conocido como 'cono perfecto' -al ser el más simétrico del mundo- ha puesto en funcionamiento una maquinaria que sus vecinos de ladera conocen a la perfección. Casi de memoria, grabada en lava. El toque de queda de 24 horas dio paso ayer a la evacuación de unos 50.000 habitantes. Cerca de 10.000 familias han dicho adiós a sus casas, han metido sus vidas en un sencillo petate y a pie han abandonado sus hogares para acudir a unos refugios en los que sólo hay comida para un mes.

Mayón no bromea. Medio centenar de erupciones en los últimos 400 años avalan su frenética actividad, una de las más relevantes de los casi 500 volcanes activos repartidos por el mundo. No es el Etna, ni el Vesubio, ni el Kilaucea... pero en 1993 originó un gran nube de cenizas y envenenó a 77 personas. Aunque su fatídico récord no queda ahí. Sus 130 kilómetros de circunferencia de base dieron salida a ríos de magma que sepultaron una ciudad entera, Cagsawa, 'la Pompeya filipina', en febrero de 1841. La torre de la iglesia es el único detalle visible que recuerda a diario a las 1.200 víctimas que enterró. Un lugar donde fijar la mirada mientras se huye de la furia del Mayón.