Berlusconi culpa a la prensa crítica
La Policía alerta del riesgo de que imitadores de Tartaglia intenten atentar de nuevo contra 'Il Cavaliere', que deja el hospital esta tarde El primer ministro italiano asegura que «el amor vence siempre sobre la envidia y el odio»
ROMA.Actualizado:Las buenas palabras y el deseo general de calma no han servido de mucho en Italia tras la agresión del domingo a Silvio Berlusconi y la clase política, sobre todo el centroderecha, ya está muy pasada de vueltas. Eso mientras los servicios secretos, en comparecencia parlamentaria, confirman que el gesto de Massimo Tartaglia, el hombre que atacó al primer ministro, «es aislado y sin conexión política».
No obstante, alimentando la confusión, un dirigente juvenil del partido de 'Il Cavaliere', testigo directo, contaba ayer su sospecha de que quizá Tartaglia no actuó solo: le pareció ver, instantes antes, «como si se moviera para coger algo de alguien que obviamente no he visto». Pero dicho así. Con todo, los equipos de inteligencia advierten de que existe el riesgo de emulación. Es decir, que haya imitadores, aunque el entorno de Berlusconi afirma que no dejará de darse sus baños de masas.
Los reproches entre los dos bandos políticos empezaron desde el primer día, como continuación del choque que mantienen todo el año. En la izquierda, aunque no era el mejor momento para decirlo, voces aisladas recordaron que el propio primer ministro ha contribuido a crear un ambiente de crispación. Hace sólo dos semanas denunciaba «un clima de guerra civil» porque, aseguraba, «los fiscales quieren hacerme caer», en referencia a los procesos abiertos. Tras perder la inmunidad judicial, considerada inconstitucional, Berlusconi ha redoblado sus frases despectivas al Tribunal Constitucional, a la Justicia, al presidente de la República y a la prensa que le critica, como un frente enemigo sin legitimación que se opone a la voluntad popular que le ha elegido. En la derecha, desde el día del ataque, se profundizó de inmediato en esta tesis. Ayer fue la apoteosis.
En el debate en la Cámara de Diputados, el portavoz del partido de Berlusconi, Pueblo de la Libertad (PDL), Fabrizio Cicchitto, citó nombres propios para atribuirles la responsabilidad del ataque por orquestar una «campaña de odio». Habló de «una red» compuesta por el diario 'La Repubblica' y el semanario 'L'Espresso', del mismo grupo editorial; del periodista de la RAI Michele Santoro, que presenta el espacio de debate 'Annozero'; y del analista Marco Travaglio y su nuevo diario 'Il Fatto', a quien definió como «terrorista mediático». Éste ha anunciado una querella, una de las muchas que se prometieron ayer. Cicchitto añadió a los magistrados que actualmente investigan las presuntas relaciones de la Mafia con Berlusconi y al partido de Antonio Di Pietro, Italia de los Valores (IDV), a quien acusó nada menos de querer «una guerra civil fría». Luego, Di Pietro tomó la palabra y todo el PDL abandonó el hemiciclo.
Una excepción
Se trata de un delirio. Obviamente los medios citados son críticos, pero no es que sean la punta del iceberg de una conspiración: son casi los únicos, es decir, una excepción. Con sus defectos, naturalmente, son medios de oposición como los que hay en cualquier democracia occidental, junto a los principales diarios nacionales, pero el magnate los pinta siempre como peligrosos exaltados facciosos. Y eso que en Italia no hay, ni de lejos, algo como 'El Jueves' español, el satírico 'Cannard enchainè' francés o el sensacionalista 'Bild' alemán, por no hablar de la combativa prensa británica.
En realidad, es al contrario. El líder del centroderecha posee tres de las cuatro cadenas privadas en abierto y controla las tres públicas de la RAI. La única de pago, Sky, de su rival en los negocios Rupert Murdoch, vio ayer, por ejemplo, cómo el Gobierno le redujo el límite de publicidad en un evidente conflicto de intereses que ya ni es noticia. Según un reciente sondeo de Ipsos, el 54% de los italianos se informa a través de la televisión y la considera fiable. Sólo el 25% lo hace por periódicos.
El problema es que 'Il Cavaliere' se considera intocable, por encima de la ley y la crítica por el simple hecho de que lo han elegido una mayoría de los italianos. Desde este punto de vista, un magistrado que le acuse en un proceso o un medio que publique que pasa veladas con prostitutas se traduce para él en un intento de golpe de Estado. Habrá que ver la línea que adopta hoy Berlusconi cuando deje el hospital, si hace declaraciones. El alta está prevista para esta tarde. De momento, ayer dejó unas líneas en la página digital de su partido: «Gracias de corazón a tantos que me han mandado mensajes de cercanía y afecto. Repito a todos que estén serenos y seguros. El amor vence siempre sobre la envidia y el odio». Por el momento ha elegido un rostro lírico y paternal, pero sus medios y sus hombres combaten a cara de perro.