:: TEXTO: ISABEL F BARBADILLO :: FOTOGRAFÍA: MOHAMED SHELKN NOR/AP
Sociedad

Mohamed va a morir lapidado

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Somalia, país sin ley donde la miseria, la guerra, el fundamentalismo y la corrupción hace tiempo que despojaron al ser humano incluso de su derecho a vivir, se asoma de nuevo a Occidente. O quizás, habría que decirlo al revés. Occidente mira con espanto a esa nación que corona el cuerno de África y que secuestra barcos en las aguas que la bañan. Pero, salvo algunas fotos atrapadas por intrépidos que arriesgan en ello su pellejo, la Vieja Europa contempla desde lejos los estragos de la 'sharia', especie de ley no escrita que cada facción de la milicia integrista islámica Hezb al-Islam interpreta a su manera. La imagen muestra el instante previo a la ejecución de Mohamed Abukar Ibrahim, lapidado el pasado fin de semana por adúltero. Un espectáculo prácticamente inédito, no por ser público, sino porque las víctimas de las lapidaciones siempre han tenido en ese país nombre de mujer, como la de Aisha, esa niña de 14 años, cuya historia amplió los horizontes del horror. Aisha fue violada por tres capos del clan más influyente de la ciudad de Kismayo, al sur del país somalí, y además condenada a muerte el mes pasado. Enterrada como Mohamed Ibrahim, tuvo una lenta agonía, hasta el extremo de que el lanzamiento de piedras se interrumpía para comprobar si le quedaba aliento. Así fue también la del protagonista de la foto -qué impotencia ante los verdugos-, lapidado junto a otro compañero en la cancha de fútbol del pueblo de Afgoye, próximo a Mogadiscio. La mujer con la que tuvo relaciones recibió cien latigazos.