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EL CANDELABRO

Intemperie

ARANTZA FURUNDARENA
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Está media España tiritando y la otra media en vías de congelación. Con un temporal de nieve que ha pillado en fuera de juego hasta a la siberiana ciudad de Teruel. Y resulta que en este desapacible contexto, en el que no le dan ganas a una ni de bajar a por el pan, aparecen (o mejor dicho, emergen de entre la escarcha) unos extraños seres que parecen encantados de permanecer a la intemperie. Me refiero a los reporteros de televisión que desde cada comunidad retransmiten en vivo y en directo los devastadores efectos del mal tiempo. Y, también, a la duquesa de Alba, mujer capaz de calzarse unas raquetas con tal de no quedarse en casa.

Lo de los reporteros empieza a pasar de la realidad al 'reality'. Está bien que informen desde el lugar de los hechos (un mar pavorosamente embravecido, un puerto de montaña para el que es necesario el uso de cadenas), pero siempre dentro de un margen de protección y cordura. Sin embargo, últimamente, tal vez porque sienten cerca el aliento de una legión de periodistas en paro, deseosos de que el de plantilla sucumba a los rigores del clima para tomar el relevo, noto como que algunos se exceden en sus tareas informativas. Ayer, vi a una reportera de televisión, sin gorro ni paraguas, dejando que la nieve le cayera implacablemente encima. Al terminar su crónica, me pareció observar que de la nariz le colgaba un carámbano de lo más antiestético. Eso por no hablar del reportero que casi se mete literalmente en el mar para demostrar que las olas superaban los cinco metros y (paradójicamente) informarnos de que Protección Civil había prohibido acercarse a la costa.

Menos me sorprende el proverbial apego a la intemperie de la duquesa de Alba. Lo que de verdad me choca es que no la hayan sacado aún en 'Callejeros', compartiendo un caldito con unos 'homeless', junto a sus precarios cartones, y comentándoles la envidia que le producen por estar todo el día en la calle. Ella, prisionera de tantos palacios...