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Opinion

20 años de conocimientos compartidos

JOSÉ MANUEL GÓMEZ MONTES DE OCA
DIRECTOR GENERAL DE DESARROLLO TECNOLÓGICO DE LA UNIVERSIDAD DE CÁDIZActualizado:

Mucho se habla últimamente en discursos políticos, encuentros empresariales, congresos científicos. de la necesidad de transferir el conocimiento que se genera en los centros de investigación (públicos o privados) hacia el sector productivo.

Realmente, cuando nos ponemos a analizar los indicadores de inversión en I+D+i se puede entender mejor este debate que se ha suscitado. España se encuentra en el quinto lugar en inversión pública en I+D+i, nuestra producción científica representa el 3,1% de la producción mundial (lo que nos sitúa entre los diez primeros) y, sin embargo, la participación española en la economía basada en el conocimiento es sólo del 0,42%, lo que hace que nuestra balanza comercial en productos de alta tecnología esté siendo negativa desde el año 2002.

Estos datos, que de forma aislada parece que no tienen repercusión, son muy importantes ya que tienen una gran relevancia en el modelo económico del país. Si bien, por un lado disponemos de un buen nivel científico reconocido de forma internacional, la insuficiente inversión privada en investigación está provocando que nuestras empresas no utilicen en sus procesos productivos los conocimientos científicos y tecnológicos generados por nuestros investigadores, perdiendo, así, competitividad en los mercados.

Por tanto, es evidente que nuestro sistema adolece de una conexión efectiva entre el sector productivo y las instituciones que lideran el desarrollo científico, a cuya cabeza están las universidades. Esta situación se pone en evidencia en los informes y recomendaciones externas, como los de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

No cabe duda que se hace necesario establecer mecanismos de colaboración entre el mundo científico, como agente generador de soluciones competitivas, y el mundo empresarial, como usuario final de éstas. Así lo ha recomendado la Comisión Europea que identifica a la transferencia de conocimiento como una de las herramientas principales para el relanzamiento de la estrategia de Lisboa, por entender que la transferencia es una herramienta esencial para generar beneficios socio-económicos y, como tal, debe ser considerada como una misión estratégica y prioritaria de los Estados.

Pero llegados a este punto del análisis, parece que estamos descubriendo y poniendo encima de la mesa algo nuevo, cuando esta necesidad de conexión entre el mundo investigador y empresarial siempre ha sido una inquietud de las universidades, a través de las Oficinas de Transferencia de Resultados de la Investigación, conocidas como OTRIs.

Precisamente en estos días, algunas de las OTRIs universitarias están cumpliendo sus 20 años de vida, lo que indica que este trabajo de interfaz entre los investigadores y la empresa ya se viene realizando, en la sombra, desde el año 1989. Concretamente, las OTRIs universitarias nacen al amparo de la Secretaría General del Plan de I+D como las estructuras que han de poner en práctica los mecanismos e instrumentos de transferencia de tecnología necesarios para una mayor integración de los elementos del Sistema Ciencia-Tecnología-Industria y, en concreto, las industrias y los centros públicos de investigación. Desde entonces hasta ahora, las OTRIs se han encargado de fomentar y desarrollar las relaciones entre el mundo científico y la empresa, identificando las necesidades tecnológicas de los sectores socioeconómicos y promoviendo la transferencia de tecnología, además de contribuir a la aplicación y comercialización de los resultados de investigación generados en la Universidad.

Esta situación no ha sido ajena a la OTRI de la Universidad de Cádiz, que catalogada con el número 7 en el registro del Plan Nacional de I+D, se creó en octubre de 1989 y, desde entonces se ha encargado de desplegar distintas estrategias para que la investigación generada en la Universidad gaditana llegue a los sectores productivos de la forma más eficaz posible mediante contratos/convenios específicos de investigación y asesoría técnica, mediante licencia de patentes, participación en proyectos conjuntos de investigación (a nivel regional, nacional o europeo), facilitando y promoviendo la creación de empresas 'spin-off' surgidas desde los grupos de investigación y, en definitiva, divulgando los resultados científicos obtenidos por los investigadores de la Universidad de Cádiz. Después de 20 años de conocimientos compartidos, como dice nuestro eslogan de aniversario, podemos decir que la OTRI de la Universidad de Cádiz se ha situado en un lugar privilegiado del panorama nacional, siendo líder en indicadores de transferencia como la licencia de patentes al sector empresarial o la creación de empresas de base tecnológica a partir de resultados de investigación, sin olvidar el crecimiento ascendente en volumen de contratación con el sector empresarial que se ha situado en 5 millones de euros en el año de 2008. Este dato, comparado en términos absolutos con otras universidades más grandes, no deja de ser bajo; sin embargo, si se hace en términos relativos frente al número de investigadores que tiene la Universidad gaditana representa un dato bastante importante y, sobre todo, porque equivale al doble de los ingresos que obtiene la universidad gaditana en las convocatorias públicas de financiación de la investigación.

Por tanto, podemos decir 20 años después, que en la Universidad gaditana entendimos desde hace mucho tiempo que era necesario atraer la financiación privada hacia la I+D+i como pieza fundamental para el crecimiento económico y competitivo del sector productivo. Pero no nos quedamos ahí, seguiremos trabajando para que las empresas de nuestro entorno se puedan aprovechar de la excelente calidad que tienen nuestros investigadores y para que, entre todos, podamos construir una economía fuerte ante los cambios globales.