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Sin oficinas donde refugiarse

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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El frío es un pésimo compañero de fatigas. Los más sufridos con la caída de las temperaturas fueron aquellos que no pudieron refugiarse en el calor de una oficina porque trabajan en la calle. Los más previsores llevaban ropa de abrigo, aunque la mayoría se despertó como si una mano gélida les hubiera abofeteado en la cara. Con amaneceres así es complicado cogerle cariño a los lunes.

Enguatados de la cabeza a los pies, «como los motoristas». Así combatían ayer el frío Ismael y Pepe, dos albañiles chipioneros que trabajan en las obras de la rotonda de acceso a su pueblo y que hace una semana estaban en manga corta. «Cuanto más duro se hace el tajo es en invierno, porque el frío acobarda mucho a la hora de moverte y hacer esfuerzos. Las articulaciones están agarrotadas».

La meteorología también afecta a los propios materiales y a los tiempos de espera en la construcción, con lo que la tarea se complica. No recuerdan un bajón de temperaturas similar desde hace cinco años y, como a todos, el intenso frío les pilló desprevenidos cuando, a las ocho de la mañana, llegaron a la obra. «La sensación térmica era como si estuviésemos bajo cero. Y esto no es nada, los días siguientes notas como se te secan los labios, la cara se quema, la piel de las manos se echa abajo. Preferimos la obra con calor».

Como el frío ha llegado sin avisar, los primeros que lo han notado han sido los trabajadores del servicio de limpieza, que desde primera hora ya estaban combatiéndolo a duras penas. Para ello tienen pequeños trucos aunque tienen una cosa clara: «si el frío te cala en los huesos ya estás perdido porque da igual lo que te pongas». Lo reconoce José Luis Toledo, empleado de la limpieza de San Fernando y que se encarga del repaso de por la tarde. Un turno que cuenta con pocas horas de sol y que además los rayos que llegan «no calientan tanto como al mediodía».

Mientras que las personas iban con bufandas, chaquetones y abrigos, Toledo sólo llevaba unos guantes y un jersey: «Si te lo pones todo del tirón cuando lleguen las horas de más frío ya no sabes que coger. Por ello es mejor ir poco a poco. Yo lo llevo todo guardado en el carro y conforme noto que baja la temperatura, me lo voy poniendo».

Este operario recuerda días de frío intenso y en los que «uno no sabe dónde meterse» y ayer reconocía que la brusca bajada de los termómetros había sido todo una sorpresa para estos currantes de la calle y sin techo donde refugiarse mientras desempeñan su labor: «Nos ha cogido algo desprevenidos, pero es aguantable no como en otras ocasiones. Lo peor es cuando te metes por uno de esos callejones sombríos y el norte viene de cara».

En estos días lo mejor es concentrarse en el trabajo y darle a la escoba hasta entrar en calor, recomienda este veterano. «En especial no pensar en el frío, pero claro eso hay veces que resulta complicado porque te pasas toda la jornada al relente».

Toledo ya sabe que esta ola de frío durará unos días pero a él no le queda más remedio que salir nuevamente a la calle para hacer su trabajo. «Se está atento al tiempo pero tampoco es una obsesión porque esté como esté el día no te queda otro remedio que salir a la calle y ponerte en faena cuanto antes para ver si el tiempo pasa rápido».