Un desequilibrado ataca a Berlusconi
El primer ministro recibe un golpe en la cara con un objeto metálico al final de un mitin
ROMA.Actualizado:El rostro ensangrentado de Berlusconi es desde ayer la imagen de un país cada vez más fracturado en el que un límite se ha roto. Tenía que acabar pasando, porque la tensión política en Italia es cada día mayor. Un individuo de 42 años golpeó ayer por la tarde en la cara con un objeto metálico, al parecer una estatuilla turística del Duomo, al primer ministro, Silvio Berlusconi, al final de un mitin en la plaza de la catedral de Milán. Ocurrió cuando el magnate se acercó a un grupo de seguidores, situados tras una valla de seguridad, antes de subir a su coche. El agresor le atacó desde muy cerca. El líder del centro-derecha fue llevado a un hospital con el rostro manchado de sangre y quedó ingresado 24 horas en observación. Siempre estuvo consciente y, según el parte médico, tenía dos dientes rotos. Su portavoz añadió luego que tiene una lesión en el tabique nasal y el labio roto.
El agresor, detenido de inmediato, fue identificado como Massimo Tartaglia, residente en Cesano Boscone, un pequeño municipio de las afueras de Milán. Según las agencias italianas, lleva diez años en tratamiento por problemas mentales en el Policlínico de la ciudad. No tiene antecedentes y fuentes policiales descartaron que esté ligado a grupos extremistas. Los datos sobre el agresor aligeraron un poco la preocupación anoche, pues rebajaron la carga política del incidente y abrieron la posibilidad de desplazar el ataque al contexto de la la celebridad mediática. Había mucha inquietud porque no se trató de un simple lanzamiento de un tomate o un insulto, sino que fue visto como un grave síntoma, la señal de que el grado de animadversión hacia Berlusconi en una parte de la sociedad italiana, una mitad, ha llegado ya a la violencia física.
Los 'años de plomo'
El clima de crispación es familiar en la historia italiana y probablemente en los setenta se habría ya traducido en tiros en la calle y atentados. Anteayer, casualidad, fue el 40 aniversario de la masacre de Piazza Fontana que inauguró los 'años de plomo'. Por eso la agresión de ayer ha creado muy mal cuerpo en Italia y se ha tomado como alarma, de que las cosas están degenerando.
De la madurez de políticos y ciudadanos depende que se quede en un incidente aislado, aunque ayer se agrió el debate muy pronto. En medio de las condenas unánimes, el líder de uno de los partidos de la oposición, el ex magistrado de Manos Limpias Antonio Di Pietro, dijo que está contra la violencia, pero que «Berlusconi instiga». De inmediato surgieron las comparaciones con los 'años de plomo' y fue acusado de propiciar el clima de odio que puede generar atentados. El presidente del Senado dijo que «la pacífica convivencia democrática del país está en riesgo» y el portavoz del primer ministro, Paolo Bonaiuti, refirió que el magnate le había comentado cuando iban hacia el mitin su preocupación por el clima de tensión de estos días. «Me dijo: 'Esperemos que no pase nada'», relató.