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Separarse sin dejar de ser padres
Una guía explica ese mecanismo que ayuda a la pareja a resolver su propio conflicto y buscar el «cuidado conjunto» de los hijos El programa pionero de mediación ante la ruptura de pareja cumple 20 años
MADRID. Actualizado: GuardarEl programa pionero de mediación ante la ruptura de pareja está a punto de cumplir 20 años de éxito. Tras recibir 62.400 llamadas en demanda de información, ha realizado más de 20.500 sesiones para atender a casi 9.000 personas en los 4.600 procesos de mediación solicitados. Y los resultados hablan por sí solos: el 84% de las parejas logra un acuerdo total y, más importante aún, el 93% lo mantiene al cabo del tiempo. Como prólogo de la celebración, la asociación Atyme (Atención y Mediación a la Familia en Proceso de Cambio) acaba de publicar '¿Conoces la mediación? La guía que enseña a separarse y a seguir siendo padre y madre'.
El título del didáctico manual, elaborado por cuatro integrantes del equipo mediador de Atyme bajo la dirección de Trinidad Bernal, adelanta uno de los objetivos claves (la llamada «continuidad parental») de ese mecanismo que permite a las parejas que desean separarse hacerlo de forma civilizada y continuar ejerciendo con plena responsabilidad su función progenitora cuando tienen descendencia. La guía, cuyo parcial formato de cómic ayuda a recorrer el proceso mediador junto a una pareja-tipo, incluye información sobre aspectos emocionales y legales, aporta «ideas facilitadoras del consenso» y «sugerencias para comunicarse mejor», y da respuesta a «expectativas y preguntas» frecuentes entre quienes acuden al programa. En cuanto a sus hijas e hijos, ofrece sugerencias para explicarles la situación en función de su edad y aboga por un «cambio de actitud para el cuidado conjunto», que considera un «derecho-necesidad» de los menores.
Reducir la conflictividad
En realidad, la historia comenzó hace tres décadas, cuando, dos años antes de que España tuviera su Ley del Divorcio de 1981, Bernal ya había creado un despacho multidisciplinar de especialistas en Derecho y Psicología para buscar soluciones pactadas -incluida la separación, tema casi tabú entonces- a los conflictos de pareja. La idea sería refrendada en 1990 por el Ministerio de Asuntos Sociales con la financiación pública del programa de Atyme. Y la casualidad ha querido que una persona clave en aquel respaldo pueda participar del vigésimo aniversario desde la misma responsabilidad política. Juan Mato, que era director general del Menor y la Familia y asume la misma función como director general de Política Social, recuerda que la mediación «estaba empezando a moverse en otros países» y destaca que «no es sólo un servicio, sino una lógica de resolución compartida de los problemas. Si no es posible, para eso están los jueces, pero deben ser la última instancia».
Pero, aun siendo importante la legislación, la clave está en su ejercicio cotidiano, que sitúa a los profesionales ante el reto básico de lograr, como recalca la también coautora Maribel López Chinarro, que «la intensidad emocional vaya descendiendo» para que la pareja «pueda escuchar, hablar y llegar a acuerdos». Más que en lo que cuentan, añade, «nos centramos en cómo lo hacen» para «devolver esa información, pero con conflictividad disminuida».
Para el equipo mediador, se trata de «acompañar en el proceso» a la pareja que lo protagoniza voluntariamente, que es una de las cuatro características imprescindibles de ese mecanismo de resolución de conflictos; la mediación impuesta funciona peor.
Aquel camino conjunto exige una relación de confianza cimentada en otros dos rasgos claves, la confidencialidad y la imparcialidad. Y el cuarto es la extrajudicialidad, que facilita la colaboración neutral para que ambas partes negocien su propia salida, y que no impide una ratificación judicial posterior de los acuerdos si así lo desean. Al final, remacha López Chinarro, «se pasa de la mirada al pasado y del negativismo a mirar al futuro y a lo posible».