«Uno de los grandes problemas de este oficio es la vanidad de las personas»
Interpreta a un alcohólico en 'Días de vino y rosas' junto a Silvia Abascal, una obra que llega hoy al Teatro Pedro Muñoz Seca Carmelo Gómez Actor
EL PUERTO.Actualizado:Actor de raza, Carmelo Gómez recala este fin de semana en la provincia para representar, junto con Silvia Abascal, 'Días de vino y rosas', donde el drama del alcoholismo protagoniza una función dirigida por Tamzin Townsend, nombre conocido por los aficionados locales. Carmelo y Silvia pisarán esta noche las tablas del Teatro Pedro Muñoz Seca de El Puerto (donde ya han agotado todas las localidades) y el domingo las del Real Teatro de las Cortes de San Fernando.
-A la hora de encarnar su papel, ¿pesó una película como la de Blake Edwards y Jack Lemmon?
-No, no. La obra está basada en la película, cuando suele ser al revés. Recordaba la película, pero no la volví a ver. Alcohólicos Anónimos me facilitó un material excepcional para preparar el personaje, pude hablar con ellos y también me facilitaron dos películas que sí me ayudaron: 'Mi nombre es Willy', una ficción que casi es como un documental, y 'Días sin huella', que trata al alcoholismo como es, como degrada al hombre. Me ayudaron a ver más allá de lo cotidiano, como debe ser la misión de cualquier obra de arte.
-¿Cómo ha sido el trabajo con Tamzin Townsend?
-Como persona no está nada endiosada y eso facilita mucho las cosas. Uno de los grandes problemas de este oficio es la vanidad. Es una mujer muy inglesa, capaz de ir al grano y crear un buen ambiente entre todos. Parece muy difícil, pero ella lo hace muy fácil. Esa sencillez ayuda. También tiene que ver con la forma de ser de Silvia. Con ella es imposible tener ningún problema, porque las diferencias se hablan y se resuelven.
-Townsend es una directora de actores, ¿aprendió mucho con ella?
-El aprendizaje es permanente. Nunca sabes las causas. Para mí la novedad fue que las cosas eran más fáciles de lo que pensaba. Fue una gran lección, porque estoy a acostumbrado a hacer todo mucho más complejo. Como directora es muy cariñosa con los actores, observa y potencia lo que uno tiene. Si es nervioso, incorpora ese nerviosismo al personaje, no lucha contra ello.
-En una obra tan intensa , ¿cómo fue su relación con Silvia Abascal?
-Es una de las cosas que más me satisface. Llevamos más de 200 funciones y es normal que aparezcan síntomas de agotamiento, pero los reconocemos y resolvemos. Es algo que nunca me había pasado. Vemos los problemas y los resolvemos, todos los días negociamos cambiar cosas. Siempre estás pendiente de tu compañero. No hay nada más agradable, ni siquiera los aplausos del público, y mira lo que nos gustan. Su vida y su forma de pensar es totalmente diferente a la mía. Es una función teatral muy emocional, donde te das al 100%.
-¿Qué le queda de 'Días de vino y rosas'?
-Ni siquiera sabía que el alcoholismo era una enfermedad, no un vicio. Empecé a saber algo de este mundo y tratar al alcohólico como un enfermo, no como un borracho. A través de Alcohólicos Anónimos conocí su drama, vi que había diferentes tipos, sus dificultades, cómo no es un problema de clase social. El alcohol aprendió a vivir con los ricos para las grandes celebraciones y con los pobres para ahogar la penas. Es un drama que se acerca mucho a la tragedia porque la vida de la persona pasa a ser movida por fuerzas que no controla y vive como un pelele.
-Tras cuatro años sin pisar las tablas, ¿cómo vive este regreso?
-Pues la situación del cine es extraña, mi lugar no termina de tener un encaje como hasta ahora, y eso me fuerza a volver otra vez a ese sitio del que por otro lado tenía miedo como el teatro, quizá por el exceso de responsabilidad que conlleva.
-Resulta obligado preguntarle, ¿qué le parece ese apego al botellón de los jóvenes?
-Hablamos de la enajenación, de no soportar el presente, no afrontar ningún liderazgo, ni tener dónde ir ni saber qué hacer; y de repente te pones hasta las trancas de alcohol y sale el instinto más primitivo, el grito, el berrido y te da esa seguridad de que lo que estás haciendo es porque eres especial, el mejor. Cuando pasa de forma social como ahora es porque la sociedad está desestructurada, no tiene en la familia un centro de inserción. Esas cuadrillas de muchachos que no saben dónde van ni dónde vienen y necesitan beber y beber para decir que se lo han pasado bien están abocados al fracaso y van a tener problemas muy serios. Al final, la generación se salvará gracias a las minorías, que también las hay entre los jóvenes, como siempre.