El eterno rebelde
Actualizado:Ni de lejos 'Buscando a Eric' es la mejor película de mi admirado Ken Loach. Sin embargo, sólo el hecho de poder recordar las hazañas deportivas de Cantona y poder disfrutar de su interpretación, merece la pena. Pese a mi ausencia de objetividad a la hora de hablar de este 'personaje', no conozco a nadie que no se haya rendido a sus espectaculares goles, propiciados por esa técnica arriesgada basada en el sigilo y en el continuo uso del taconazo que como nadie dominaba.
El cuello de la camiseta siempre levantado, la cabeza alta y la espalda recta, le concedían cierto halo de arrogancia que se esfumaba cada vez que se acordaba de sus compañeros. En el film que nos ocupa hay una escena en la que el protagonista le pregunta por su mejor momento, convencido de que le relatará alguno de sus mágicos tantos pero, en realidad, confiesa que el éxtasis lo alcanzó gracias a un «pase de ensueño» a Denis Irwin que le marcó un golazo al Tottenham.
En cuanto sale la imagen, uno se queda con la boca abierta al recordarlo. También su 'hoja de servicios' nos deja pasmados. Llena de expulsiones, broncas, insultos y hasta juicios como el celebrado en 1995 tras propinarle una patada a lo kung fu' a un seguidor del Crystal Palace que estuvo soltando barbaridades durante buena parte del partido. Ocho meses de inhabilitación, fuerte multa económica y 120 horas de trabajos comunitarios. En su defensa alegó: «Cuando las gaviotas siguen a la barca de arrastre, es porque piensan que las sardinas van a ser arrojadas al mar». Consciente de que estaba loco, algo de lo que desconozco si sigue presumiendo, este gabacho tan temperamental se retiró en el Manchester United a los 31 años para dar paso a la poesía, la filosofía, el cine, la publicidad y la fotografía. Con motivo de la publicación de su libro de ilustraciones sobre los más necesitados, nuestro 'enfant terrible' asegura que «ser francés es, primero, revolucionario... No se puede aceptar lo que ocurre». Nunca lo ha hecho.