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La izquierda chilena persigue un pacto para frenar a Piñera
El ex primer ministro Frei, que parte con una desventaja de trece puntos, quiere impedir el regreso de la derecha al poder tras la dictadura
BUENOS AIRES. Actualizado: GuardarPreocupado por encuestas que dan ganador al empresario derechista Sebastián Piñera en las presidenciales de mañana en Chile, Eduardo Frei, candidato de la gubernamental Concertación de Centroizquierda, se manifestó ayer dispuesto a unir fuerzas con sus rivales progresistas a fin de imponerse en la segunda vuelta. «Son muchas las coincidencias programáticas con la izquierda», afirmó ante unos 18.000 simpatizantes en el acto de cierre de su campaña celebrado en Concepción, a 500 kilómetros al sur de Santiago.
El senador democristiano añadió que con el candidato comunista, Jorge Arrate -cuarto en las encuestas-, mantiene una «excelente relación» y que sus posturas están «bastante cercanas». Arrate ya había arrojado a Frei un salvavidas hace algunas semanas. Ante los sondeos que anuncian la victoria a Piñera, el ministro de Trabajo durante la gestión de Frei como presidente (1994-2000) propuso un pacto que incluiría también al diputado independiente Marco Enríquez Ominami. Este último lo rechazó.
De acuerdo con las prospecciones, Piñera cuenta con un 44% de intención de voto, mientras que Frei sólo alcanza el 31%. Este margen obligaría a volver a votar el 17 de enero. Tras los dos principales aspirantes se ubican Enríquez, con 17,7%, y Arrate, con el 7%. Según los pronósticos, únicamente la confluencia de votantes de los tres candidatos progresistas frenaría la llegada al poder del primer gobierno de derechas tras la dictadura y pondría fin a casi veinte años de la alternancia entre socialistas y democristianos dentro de la Concertación de Centroizquierda.
El ejemplo de Bachelet
«El domingo comenzamos a unir nuestras fuerzas para tener un Chile más justo y próspero», prometió Frei, que prepara el terreno para una larga pelea. También buscó mostrar coincidencias con la presidenta socialista, Michelle Bachelet, que dejará el cargo con una popularidad superior al 70%. Su objetivo, dijo el ex mandatario, es «continuar la obra de Bachelet».
Mientras, Piñera cerró su campaña en Santiago envuelto en un clima de entusiasmo y triunfalismo. Rodeado de toda su familia y de los dirigentes que lo acompañarán en un eventual Gobierno, el empresario conservador estaba eufórico por los sondeos. Con un discurso más moderado que el que tenía cuando fue derrotado por Bachelet en 2005, ha logrado aumentar fuertemente su caudal de votantes. «Faltan tres días para que nuestros sueños comiencen a ser realidad, para que el cambio, el futuro y la esperanza empiecen a llegar a todos los hogares chilenos», prometió. «La concertación ha hecho cosas buenas, pero ya se agotó. Pasó su tiempo».
Finalmente, Enríquez, esperanzado aún de llegar a la segunda vuelta, prefirió no agitar la idea de un pacto con los demás presidenciables de izquierda para derrotar a Piñera. Al contrario, consideró que su partido «es el único capaz de vencer a la derecha».