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Política y humildad

Cunde la sensación de que no somos una nación respetable porque quienes nos mandan no se respetan entre ellos

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Hay cerca de mí personas capaces de hablar de política con equilibrio y mesura, o sea, un milagro en España. Su tesis es la siguiente: para gobernar España y que te entiendan hace falta algo de humildad. Muchos de nuestros problemas llegan solos. Como llegaron los árabes, y antes los romanos, y después los visigodos. Nunca estuvimos pendientes de lo que se nos venía encima. Hasta ahora. Y siglo tras siglo, la cuenta se cumple, de tal manera que el problema es comprobar que la decepción y la vulgaridad se instalan entre nosotros sin pedir permiso. Nos toca, dice la Historia, comprender que nuestro papel es simple, sencillo, cercano, sin peso, peculiar. Melancólico a fuerza de inexistente.

¿Qué nos pasa que de repente nuestras relaciones con Marruecos, Mauritania y Gibraltar parecen un plato roto de cerámica talaverana? Como si les ocurriera a otros, pero es a nosotros. Que nos lo digan, por favor. Un comunicado de Al-Qaida reza así: los secuestrados españoles serán tratados de acuerdo con la ley islámica. Pero, por favor, señores terrorista de Al-Qaida, que somos nosotros, que somos los de la Alianza de las Civilizaciones, los que nos fuimos de Irak. ¡España! Cunde la sensación de que no somos una nación respetable porque quienes nos mandan no se respetan entre ellos. Puede. El razonamiento es fácil: si los que se sientan en el sillón no son capaces de entenderse, cómo harán para que los demás países nos entiendan.

De todo lo que le pasa a Zapatero el azar es el único culpable. Culpable es también quien deja que el tiempo trabaje sin pausa. Pensábamos que en Rabat había un amigo, a quien controlaba el Rey de España. Pero no hay amigo, y tampoco Gobierno de España que le diga a su Rey: eche usted una mano. Que Al-Qaida nos secuestre españoles de tres en tres no es culpa del Gobierno. Que la señora Haidar esté en España es culpa de Marruecos, pero parece que es nuestra. Que en Gibraltar haya un virrey de latón que pide a España explicaciones por una operación policial que perseguía a 'narcos' y que termina con los polis españoles detenidos es algo que provoca risa y pena. La gran metáfora de España es ésta: los policías españoles, detenidos en Gibraltar cuando luchaban contra el narcotráfico. Una activista se nos muere por culpa de Marruecos. Y Al-Qaida secuestra a tres de los nuestros porque nada sabe de la Alianza de Civilizaciones y no tiene noticias de la retirada de tropas de Irak. ¿Qué es eso?, dice uno de ellos. ¿Quién lo inventó?, dice el otro. Los dos sonríen mientras buscan en el mapa un sitio que ponga España. Al Andalus, mejor.