De terapia con Platero
Asnoterapia. Reclusos con deficiencias psíquicas de la cárcel de Granada acuden mañana a una granja de burros en Sierra Nevada como parte de un programa terapéutico pionero en España
Actualizado:Hasta que Juan Ramón Jiménez escribiese de él que es «peludo y suave, tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos», al burro le cayeron más palos que caricias. Al más proletario de los animales, los humanos le hicieron representante oficial de la cabezonería y la ignorancia. Con los lomos partidos del peso de miles de años, ha cargado, levantado y arrastrado de todo por casi nada. Los expertos en 'management' dirían que ahora, con la llegada de las máquinas, se ha 'reciclado'. Ha dejado las alforjas, pero cura la depresión, los problemas de comunicación, la ansiedad y es capaz de mejorar el Alzheimer o la parálisis cerebral como un diván amable con enormes orejas. Lo visitan niños enfermos, pero también ancianos solitarios, adultos con problemas matrimoniales y ahora presos, en una iniciativa que por primera vez se pone en marcha en una cárcel española. Educadores y terapeutas de la prisión de Albolote, en Granada, acompañarán mañana a un grupo de internos (entre diez y doce) con problemas mentales a una granja de burros andaluces situada en el pueblo de Monachil, en pleno parque natural de Sierra Nevada. Allí recibirán un novedoso tratamiento terapéutico basado en el contacto con los asnos. Los reclusos, con condenas por todo tipo de delitos, pasarán el día en el criadero de burros, comerán allí unos bocadillos y regresarán a prisión por la tarde. No es la primera vez que se produce una salida de carácter terapéutico (también las hay de tipo cultural o lúdico), pero nunca antes los presos habían acudido a un programa de asnoterapia. El grupo irá sin vigilancia policial. Sólo les acompañarán educadores, psicoterapeutas y psicólogos clínicos, que les llevarán sus medicamentos. Todos ellos refrendan los resultados de la terapia de Platero.
«Son buena gente»
¿Y por qué los burros sanan? «Porque son buena gente», contesta Rafael Fuentes, el hombre que da de comer a Jara, Amapola, Primavera, Malva y los demás inquilinos de su granja de Monachil.
Al margen de las explicaciones más sesudas, la asnoterapia o asinoterapia funciona y es una apuesta que defienden cada vez más terapeutas. Tanto es así que Fuentes ha puesto en marcha este proyecto para acercar los animales a los presos con la idea de que el programa pueda continuar en el futuro en las instalaciones de la cárcel.
Los burros llenan mucho a todo el mundo que se acerca a ellos. Son animales amables que necesitan y responden al cariño mucho más que un caballo», dice Fuentes, un ganadero empeñado en la recuperación del asno, su conservación y trato digno.
«El que se acerca a ellos se siente lleno, imagínate un preso que tiene una vida vacía», advierte. Silvia Alama, una psicóloga pionera en España en el tratamiento de personas con problemas a través de los animales. «Cuando comencé con esto hace quince años, me llamaban loca, aunque ahora es una práctica más extendida». Alama se dedica a tratar a niños y adultos con problemas de comunicación. «No saben comunicarse con sus padres, con su jefe, con su mujer. Instruimos a las personas sobre el animal y luego les enseñamos a hacerse confiables. Llegan con 90 pulsaciones por minuto y les enseñamos a bajarlas a 60, con 18 aspiraciones que bajamos a nueve», explica.
En ese momento de relajación, el humano se hace confiable ante el animal y se establece una comunicación de gestos que interpretan los psicólogos y se transmiten a los pacientes. El burro «no tiene diplomacia», ni atiende a las sonrisas más o menos falsas de las personas. «Cuando eres confiable, se acercan y confían». Misión cumplida: si es capaz de comunicarse con un burro, podrá hablar a su jefe sin que salten chispas. «Es sólo cuestión de generalizar», dice Alama.
En Allariz (Ourense), los responsables de la asociación Andrea abren el foco de los pacientes hasta englobar a «personas en desventaja física, psíquica o social a todos sus niveles», según su portavoz Elsa Sánchez. Para cada tipo de enfermo, un programa distinto. Los candidatos padecen a nivel motor, sensitivo, afectivo, cognitivo y social. Los asnos no sólo ayudan a comunicarse, sino también a moverse a los que no pueden mediante un circuito de estimulación sensorial que incluye paseos pie a tierra, limpieza y contactos con ejemplares. Silvia Alama asegura que en la monta terapéutica, el impacto del animal en el cuerpo humano estimula su parte motora y relaja los agarrotamientos terribles que producen patologías como la parálisis cerebral.
Estimulación del cerebro emocional
Más allá de lo físico, la asnoterapia también ha probado sus beneficios en lo afectivo y es una herramienta más que se puede emplear en los programas con enfermos de Alzheimer. «La estimulación del sistema límbico o cerebro emocional produce una mejora en las funciones cognitivas superiores», explica Elsa Pérez. Hablamos de estimular la afectividad, un proceso que se comprende al presenciar la ternura con la que un anciano enfermo acaricia la cara de un asno en el salón de un geriátrico.
La historia del hombre que susurraba a los burros es una película que comenzó hace decenas de años en Inglaterra gracias a las historias de éxito de la doctora Elisabeth Svendsen. Hoy su fundación (E.S.T) es parte del Donkey Sanctuary de Devon, uno de los primeros paraísos para pollinos, que cuida de más de 10.000 animales, varios cientos de ellos en España. Colaboran con El Refugio del Burrito en Fuente del Saz (Málaga), una ONG que también utiliza a los animales para la curación. No hay tarifas prohibitivas. Trabajan gracias a donaciones y entre sus proyectos están terapias con dos centenares de niños en la escuela Reina Sofía de Antequera y en el zoo de Córdoba.
Al igual que en Granada, también preparan un proyecto para los presos de los penales de Córdoba y llevan a cabo labores de investigación sobre la influencia de los asnos en enfermos de Alzheimer. El director del centro, Iván Salvía advierte que los resultados son asombrosos. «Es un animal increíble», indica. Y poco rencoroso. El diccionario de la RAE sigue diciendo que su nombre significa «hombre o niño bruto e incivil».