«Avance histórico» contra la leucemia mieloide crónica
Una terapia selectiva supera en eficacia, y con menos efectos adversos, al fármaco que revolucionó el tratamiento
NUEVA ORLENS. Actualizado: GuardarApenas 10 años después de que un fármaco (imatinib, cuyo éxito hizo famoso su nombre comercial Glivec) revolucionara el tratamiento de la leucemia mieloide crónica (LMC) y cronificara una enfermedad hasta entonces letal, llega otro hito terapéutico. El escenario ha sido el 51º Encuentro Anual de la Sociedad Estadounidense de Hematología (ASH en inglés) en Nueva Orleáns, donde más de 20.000 especialistas han sido testigos de un nuevo gran avance: otro medicamento oral selectivo, nilotinib, ha demostrado con claridad una mayor eficacia que aquella terapia ya convertida en estándar, y además con menos efectos secundarios.
Los resultados, que han merecido el calificativo de «históricos» entre algunos especialistas españoles presentes en este ASH 2009, proceden de un estudio con 846 pacientes en 217 centros de 35 países, incluidos 42 de 17 hospitales de nuestro país. La investigación compara por primera vez ambos fármacos para su uso como terapia inicial en adultos recién diagnosticados de LMC con cromosoma Filadelfia positivo (Ph+), un cromosoma anómalo detectable en el 95% de casos y que produce una enzima también anómala (Bcr-Abl) responsable de la creación descontrolada de leucocitos o glóbulos blancos, el 'sello' de la enfermedad. La presencia de ésta se mide, además, en el nivel más fino de detección, la llamada respuesta molecular completa (RMC), cuando la Bcr-Adl es indetectable por técnicas de biología molecular.
Datos
Con esas pautas, explicó en Nueva Orleáns el investigador italiano Giuseppe Saglio, los primeros doce meses de comparación dejan al actual tratamiento estándar imatinib por detrás de nilotinib, que es «un inhibidor más selectivo de Bcr-Adl». Las tasas de RMC no dejan lugar a dudas: la respuesta de nilotinib (44% y 43% en las dos dosis estudiadas de 400 y 300 miligramos dos veces al día) duplicó la de imatinib (22% en dosis única diaria de 400 miligramos). Y también hay diferencias importantes a favor del nuevo fármaco (0,4% y 0,7% en ambas dosis, frente a 3,9%) respecto a la progresión de la enfermedad desde su fase inicial o crónica, que no es letal, a la blástica o aguda, que es mortal salvo que sea posible un trasplante de médula ósea.
El especialista de la Universidad de Turín coincidió con otros dos investigadores del estudio, Hagop Kantarjian (Centro de Cáncer Anderson de Houston) y Timothy Hughes (Hospital Real de Adelaida) en que esos datos sugieren que nilotinib «podría convertirse en el nuevo estándar de tratamiento». Máxime cuando también se ha demostrado «bien tolerado y más seguro» que imatinib.
Pero el primer paso será presentar la correspondiente solicitud a las autoridades sanitarias para su aprobación como terapia inicial para nuevos diagnósticos -ya está aprobado en más de 80 países para el 'rescate' de pacientes que han fallado con otros tratamientos-, petición que ya tiene a punto el laboratorio que ha desarrollado ambos fármacos.
Futuro
Aunque el estudio sigue su curso previsto de cinco años, el balance de 12 meses ofrece ya grandes expectativas, dado que la progresión de la LMC es más acentuada en los tres primeros años.
Como subrayaron en Nueva Orleáns los hematólogos españoles Juan Luis Steegmann y Francisco Cervantes, el tratamiento exige «dar fuerte desde el primer momento» para conseguir una «respuesta profunda al principio» y cortar ese avance; de ahí la importancia de la «eficacia mayor, con más rapidez y seguridad» de la nueva terapia. Su colega navarro Eduardo Olavarría está convencido de que la nueva indicación se va a aprobar y ayudará a llenar los huecos terapéuticos de imatinib («un 15% no acaba de responder del todo, y otro 15% pierde la respuesta al cabo de unos años») junto a otros fármacos de segunda generación ya en investigación. A su juicio, incluso la curación puede vislumbrarse como objetivo.