La zambomba jerezana
Actualizado: GuardarReconozco que cuando un político tiene una brillante idea, normalmente me echo a temblar pues, aunque la idea parezca noble, lo normal es que ese chispazo de ingenio a la larga, termine por no ser idea, y mucho menos brillante. La última de tales ocurrencias llega desde la consejera de Cultura de la Junta andaluza quien, posiblemente imbuida del espíritu festivo que vivió en el Teatro Villamarta, se lanzó a afirmar que su departamento ha iniciado los trámites para que nuestra entrañable zambomba pase a ser considerada Bien de Interés Cultural, eso sí, en la categoría de bienes inmateriales.
Aunque de entrada la idea parezca positiva, analizándola al detalle comienzan a surgir mil dudas, en especial si queremos concretar cuál es, exactamente, el bien a considerar de interés cultural. Si lo es la celebración de la zambomba en sí, deberemos definir qué se entiende por tal, dónde se organiza, quiénes asisten, qué letras de villancicos se pueden cantar -por evitar que alguien inicie los acordes del 'Adeste fideles'-, qué se puede beber, si es lícito comer polvorones o sólo pestiños, si la botella de anís del mono tiene cabida como elemento válido para seguir el compás y, algo que me preocupa notablemente por aquello de las energías sostenibles, conocer la potencia energética exacta que puede desprender la candela.
Además, deberán especificar cómo se verá afectada la zambomba por aquellas leyes que buscan la integración en nuestro país, no vaya a ser que se declare de interés cultural una fiesta en la que se oyen expresiones tales como «envidia tienen las fuentes del color de tu carita divina, que yo estoy viendo en la frente de mi Dios una corona de espinas», o esa otra que dice «vamos a cantarle al Niño de Dios que esta Nochebuena en Belén nació». Expresiones incompatibles con las últimas tendencias de quienes nos gobiernan, que pasan por retirar los crucifijos de las aulas, incluso en aquellos colegios concertados que regenta la propia Iglesia, justamente los colegios en los que estudian los hijos de tales gobernantes.
Pero tengo más inquietudes, pues cuando la consejera dice que ha encargado el estudio de la declaración de la zambomba como BIC, ya me la veo creando la correspondiente Dirección Andaluza de Zambombas Jerezanas cuya sede, naturalmente, estará en Sevilla y será dotada con Director General, tres sub-directores, funcionariado variado y, por supuesto, el correspondiente comité de expertos que fije las adecuadas medidas para garantizar la perfecta conservación de la zambomba jerezana en el marco de un proyecto igualitario. Ello, sin olvidar que nacerán como setas, al olor de las correspondientes subvenciones, las más variadas asociaciones de amigos de la zambomba y colectivos arco-iris zambomberos que, en sentido opuesto, se completarán con grupos de afectados por la celebración de tales actos festivos.
Así que visto lo anterior, por favor dejen nuestra zambomba en paz. Primero, porque sólo en Jerez cabe entender su idiosincrasia. Segundo, porque nos importa un pito que sea o no bien de interés cultural. Tercero, porque en el momento que metan sus manos en ella aparecerá la Sociedad General de Autores para cobrar el correspondiente canon; vendrá la Guardia Civil a realizar las preceptivas alcoholemias, llegará la Policía Autonómica por controlar el adecuado descanso de los menores y, cómo no, también habrá inspectores de la Consejería de Sanidad, controlando si la zambomba cuenta con espacio habilitado para los no fumadores; si son correctas las medidas adoptadas para evitar el acceso de los menores al alcohol y no sé cuantas «gilipolleces» más.
La zambomba es una expresión festiva del pueblo de Jerez que nace espontáneamente, de la reunión de los vecinos en los patios al calor de una candela prendida en un baño de cinc. Cualquier intento político por inmiscuirse en la zambomba es una absoluta barbaridad, aunque viendo como nos gobiernan temo que es sólo otra burrada más.