364 noches negras
Puede que tardía, confusa e irregular, pero la Noche Blanca fue un éxito, sólo como ensayo. Ahora se trata de salvar todas las demás
Actualizado: GuardarAhora resulta que la Noche Blanca fue un éxito rotundo que todos quieren adjudicarse. Hasta los de Resistencia2012 -una página web que, junto a unos anuncios, costó una pasta pero ya no está- aseguran que fue idea suya. Todos quieren ser los padres del presunto pelotazo que, al parecer, han pegado los muy diversos responsables de la nuit en cuestión.
Nadie recuerda ahora que algo así ya se celebra en otras ciudades hace varios años, que las noches blancas de verdad están volcadas en la programación cultural, que en Cádiz esa velada se anuncia en vano desde 2005 y que, una vez tras otra, se anuló por falta de ganas, ideas, inversión institucional y empresarios dispuestos. Sólo un joven promotor se atrevió con un alentador precedente el pasado verano.
En suma, que copiamos regular, que llegamos tarde, proponemos algo rápido y confuso (mezclar citas musicales o visitas y esperar que se llenen las tiendas a la vez no parece muy sensato), convocamos a fin de mes, con las carteras vacías, que más de la mitad de las tiendas admiten que vendieron dos prendas en toda la prórroga. y pretendemos que nos saquen a hombros. Sólo cabe celebrar la Noche Blanca del pasado día 27 como un éxito si se toma como un ensayo que permite obtener muchas conclusiones. Por ejemplo: que hay que avisar con más antelación, anunciar y explicar mejor, que es imprescindible fijar la fecha con mucho cuidado, que conviene diferenciar las convocatorias culturales de las comerciales, que es necesario implicar a los comerciantes que están fuera del circulito de los que lo organizan todo. en definitiva, que celebrar la idea y adaptarla, por fin, no exime de reconocer que debemos hacerlo mejor, mucho mejor.
Lo mismo cabe pedir a los responsables de la otra mitad de la mezcolanza, a los que sumaron citas culturales nocturnas (era una maravilla el aspecto interior del Museo Provincial y de la Biblioteca de Canalejas) a compras esporádicas. Se trata de buscar una programación especial, excepcional o, al menos, diferenciada de la habitual, anunciarla convenientemente, abrir un abanico de disciplinas, estilos y escenarios geográficos, en fin, planificar. Todo lo que no sea pensar en esta Noche en Blanco como un experimento, como un primer paso de la dinámica prueba-error , es engañarse y engañarnos.
El problema es el resto
Hablando de engaños, querer buscar ahora tres noches de relumbrón, aunque acabemos por hacerlas bien, para decir que el centro de Cádiz brilla cuando se va el sol viene a ser una contradicción severa . Nunca podrá servir para ocultar una realidad innegable para muchos gaditanos hace muchos años.
La vida nocturna de la ciudad ha sido sistemáticamente machacada, hasta su exterminio, durante la década que comienz a a terminar.
La masacre es obra de una alianza de civilizados formada por administraciones autoritarias (Junta y Ayuntamiento) con pocas alternativas que ofrecer (a mí no me sirve La Báscula, aunque la aplauda); vecinos que tienen como único lema «bajo mi casa, no» (aunque hace 15 años eran los que llenaban Muñoz Arenilla); unos representantes comerciales ombliguistas (sólo velan por los intereses económicos de una pequeña élite del centro) y una población joven, prepureta o pureta, de 15 a 45 años, que admite la falta de locales para distintas edades o unos límites horarios inauditos. Y, más o menos, sin rechistar. Al margen de algunas tiendas, en Novena, lo único que se llenó de veras en la Noche Blanca fueron los bares. Pueden elegir entre hacer chistes o sacar conclusiones. Pero a ese apetito de vida nocturna, esta ciudad sólo responde con persecución a la música en directo, cierres tempraneros que una hostelería acomodada cumple con inexplicable entusiasmo y falta de espacios compatibles con el descanso de los vecinos, por instalación o lejanía.
En suma, que llevamos más de un lustro pisoteando la noche de Cádiz, destrozando lo que de actividad económica y cultural pueda tener, lo que aporta dentro del intangible conjunto del atractivo turístico, y ahora nos va a dar por sacar brillo a las tiendas de cuatro calles durante una nochecita excepcional. Antes, tendríamos que preguntarnos porqué apagamos la luz de toda la ciudad en las 364 madrugadas restantes.