
La sombra de Porfirio Lobo
Empezó como escolta en el País Vasco y va a combatir la piratería en Kenia; Acostumbrado al peligro, el español José Félix Ramajo protege ahora al presidente electo de Honduras
Actualizado: GuardarUn presidente depuesto por un golpe de estado encerrado en una embajada, otro presidente golpista en el poder y, por medio, unas elecciones con un ganador cuya legitimidad divide al mundo. Honduras es un avispero político. En el ojo del huracán mantiene la calma José Félix Ramajo -40 años, divorciado y padre de un hijo de 7-, uno de los españoles más preparados para lidiar con la seguridad en zonas de alto riesgo. Guarda las espaldas al Partido Nacional, ganador de las elecciones del pasado domingo. Metro ochenta, cien kilos, tranquilo aunque no frío, es la sombra de Porfirio Lobo Sosa, el próximo mandatario de Honduras si el país no sucumbe a esa desestabilización «que busca alguien de fuera».
«Todo el proceso electoral ha salido muy bien», relata Ramajo, y su discurso no va de broma. Este instructor de la International Security Academy (ISA) admite intentos de ataques terroristas contra sus protegidos que no puede detallar por confidencialidad, aunque confirma que se han dado tentativas serias «y sofisticadas» con granadas, explosivos y detonadores mediante teléfonos móviles. Según el jefe de seguridad del Partido Nacional (que también trabaja con Ricardo Álvarez, alcalde de Tegucigalpa), hay alguien fuera del país que «quiere que las cosas salgan mal». Contento con el desarrollo de unas elecciones sin muertos, no niega que en Honduras se desdibuja la línea entre el asaltante que busca dinero y el terrorista.
El agente se mueve en el laberinto social y legal que encierra Honduras. Parte de sus ciudadanos apoyan el ex presidente Manuel Zelaya, que fue derrocado y expulsado hace cinco meses por un golpe de estado y vive recluido en la Embajada de Brasil. Otra parte apoya al cabecilla de la asonada, Roberto Micheletti, el actual presidente. Entre ellos dos se disputan lo que queda de mandato, hasta el 27 de enero. El tercero en discordia, Porfirio Lobo Sosa, es el ganador de las elecciones del pasado día 29 (con el 56% de los votos emitidos), unos comicios cuya legitimidad divide a Latinoamérica. De su parte, Costa Rica, Perú y Colombia, amparados por Washington. Frente a él, Brasil, Argentina, Chile, Cuba, Bolivia o Venezuela, partidarios de la vuelta de Zelaya. No se ponen de acuerdo ni en la participación, para unos del 40% y para otros, del 60%.
No es el rifirrafe político lo único de lo que tiene que proteger a 'Pepe' Lobo. La delincuencia común también arrasa el país y las cifras de Naciones Unidas triplican los índices de crimen del continente. Cada día muere de forma violenta una media de 20 personas (7.235 en 2008) y hay un secuestro cada tres días. El escolta ha experimentado la violencia en sus propias carnes. «Nada más llegar, hace tres meses, nos asaltaron». Nada de navajas. Hubo balazos a la puerta de un hotel.
Los bandidos se llevaron una sorpresa: desde el coche, Ramajo y compañía les respondieron con una ensalada de tiros. Ellos no se llevaron nada, pero dejaron a un compañero de José Félix un precioso agujero de bala en el gemelo. Un «buen jaleo» en San Pedro Sula, aunque nada de política. Sólo les querían robar. «Era cosa de un buen coche, un buen hotel y extranjeros dentro. Allí te matan y luego te roban, no al revés». Detrás de la mayoría de los crímenes están las maras, que «controlan gran parte de la vida». Se llaman la MS13 y la Salvatrucha y «no andan con bromas».
Desde los 16 años
No le han dado el trabajo por enchufe. A sus 40 años es instructor de la ISA en Israel, una de las empresas de seguridad más prestigiosas del mundo. Sus jefes son el general Mirza y el coronel Zafrir Pazir, responsables de gran parte del esquema de seguridad del país, y muchos de sus compañeros de trabajo pertenecen o han pasado por el Mossad. Todos los instructores son judíos y él, el único español.
Nadie se hace 'Rambo' en tres días. Su historia comenzó cuando hizo el servicio militar con 16 años, como voluntario. Pero no fue soldado, sino que entró en el mundo de la protección en los años negros del terrorismo en Euskadi tras el asesinato de Gregorio Ordóñez, en 1995. Luego se metió aún más en faena: «La escolta en el País Vasco es lo más tranquilo que he hecho». Desde entonces se dedicó a formarse y ha trabajado en una quincena de países instruyendo y protegiendo a policías, militares y civiles.
Afganistán, Qatar, México, Singapur, Kenia, Nigeria, Chad, Sudáfrica... Siempre con los israelíes. También estuvo en Irak en 2004, después de que España se llevara sus tropas, dando cobertura durante semanas a una delegación saudí. Allí tuvo su primer encontronazo con la violencia cuando los insurgentes volaron un camión en un mercado de Bagdad. Era un viaje rutinario y la cosa ni siquiera iba con ellos, pero su blindado salió volando por la onda expansiva: «Es lo que tiene trabajar allí». Una lotería. En el Congo sí que iban a por ellos. En 2006 fueron atacados por un grupo armado que buscaba las piedras preciosas de un comerciante judío «cuyo nombre no viene al caso».
Si en una de esas ha matado a alguien, se lo reserva para sí mismo: «Mi misión es prepararlo todo justamente para que no muera nadie». «No soy un mercenario -se defiende-, porque no me contratan para dar ningún golpe de estado ni para luchar por un gobierno. Eso no lo haré jamás. Tampoco soy un soldado, ya que no trabajo para ninguna armada. Solamente protejo. Contribuyo a que la gente tenga una vida más tranquila».
Cuando termine en Honduras, Ramajo pasará las Navidades con la familia en Irún (Guipúzcoa), su localidad natal, aunque a la vuelta de vacaciones le quedan otros encargos poco comunes, relacionados esta vez con la piratería en África. No es algo nuevo para él. Siete años antes de que se conocieran los casos del 'Playa de Bakio' o del 'Alakrana', los armadores de los grandes cruceros pidieron los servicios de su empresa. La misión, proteger e instruir a agentes a bordo de los barcos que hacían de rapiña para los piratas del Estrecho de Malaca, que separa Sumatra de Malasia. Ahora le toca Kenia. «Allí hay muchas empresas de pesca que están desamparadas ante los ataques y vamos a darles las claves».
«Son muy violentos»
Habitualmente imparte esos cursos durante cinco semanas en la costa israelí, en un carguero alemán que sirve de base de operaciones. «Hay que hacer las cosas bien, no como en España -critica, en referencia a los agentes que se han embarcado en los atuneros vascos-. Algunos han sido alumnos míos y de esos puedo responder. Pero tres días de instrucción en San Fernando no son suficientes para preparar una protección que necesita protocolos muy precisos. No es lo mismo un pesquero que un crucero». En el caso de los pescadores del Índico, siempre recibirán el ataque por la popa, la zona más accesible.
José Félix Ramajo entra en detalles. «Lo más importante es que no aborden la embarcación, pero no hace falta una gran batalla. Generalmente, cuando ven que hay seguridad, se largan corriendo, y si no basta esperar a que se suban a las escalas. Con pistolas y unas bombas de agua se les puede repeler». Si consiguen embarcarse, la cosa se puede poner muy fea. «Son muy violentos, aunque no están preparados», dice. De hecho, a Ramajo no les gusta llamarlos piratas, sino terroristas -«a la manera de Israel»-, pues son parte de una industria de cobros millonarios de rescates que «al final van a parar a organizaciones como Al-Qaida».
Pero eso es el futuro. Su cabeza todavía sigue en Honduras, tratando que su sombra proteja como un escudo a Porfirio Lobo, un político con nombre de novela de final incierto.