Se busca reina de corazones
Multimillonaria, poderosa y ambiciosa, la mexicana Adriana Abascal utiliza la moda como trampolín para convertirse en la nueva estrella de la crónica social, con permiso de Isabel Preysler
Actualizado: GuardarComo una Escarlata O'Hara del siglo XXI reinventando su destino»; «Divertida, desenfadada, sofisticada. casi como una actriz»; «La mexicana pisa fuerte', 'La mujer de moda»; «La nueva Adriana Abascal posa más espectacular y sexy que nunca con la moda de noche de Zuhair Murad'».
Las revistas del corazón y moda más finas tiran de adjetivos, superlativos por supuesto, para intentar entronizar a una nueva reina. Con Isabel Preysler dosificando sus apariciones, aunque en muy buena forma todavía pese a sus casi 60 años, buscan ampliar la nómina de 'herederas'. Con la triste Genoveva Casanova -la ex del hijo menor de la duquesa de Alba y ex imagen de la firma de joyería Vasari- sin terminar de dar la talla mediática y la otra Abascal -Naty- entregada a las fiestas y labores de estilismo, la mexicana prosigue su escalada hacia la cumbre social. La omnipresente Carmen Lomana tampoco parece dar el perfil deseado: más ahora, cuando los últimos rumores la sitúan al borde de la bancarrota. Así que Adriana, ex mujer del ex presidente de Telefónica, Juan Villalonga, lanza un órdago.
En un juego tan interesante como interesado, no se sabe quién busca a quién. Se desconoce si las grandes cabeceras del estilo intentan encontrar un recambio para evitar que cualquier imprevisto les pille con el pie cambiado o si la ex Miss México -multimillonaria tras enviudar primero de 'El Tigre', una de las grandes fortunas de Suramérica, y recién separada de uno de los grandes tiburones financieros de nuestro país- hace todo lo imposible para afianzar su candidatura como figura imprescindible de la crónica social.
Buen ojo para las fortunas
Poderosa, ambiciosa y elegante, maneja con destreza las relaciones sociales. Ha conseguido un puesto de titular en las fiestas y eventos publicitarios más selectos de nuestro país. Madre de tres hijos, Adriana proyecta su figura a través de la moda. Es habitual, desde hace meses, verla posar como una modelo más con las creaciones más espectaculares de los diseñadores más importantes. No falta ningún nombre de lujo en su imponente muestrario. Siempre con modelazos carísimos y de corte sexy, pese a haber dulcificado su 'look' con una favorecedora media melena que atenúa sus rasgos más raciales. Sin embargo, Adriana no se corta y se exhibe de forma lujuriosa en las publicaciones de moda más 'cool'. En short, traje de baño, pareo. Abascal despliega un arsenal de posturas. A cual más sugerente y 'caliente'. Lo mismo retoza sobre la fina arena de las playas de Los Ángeles que se encarama, gracias a trucos fotográficos, a los tejados parisinos con prendas de alta costura del libanés Zuhair Murad. La mexicana sabe lo que se trae entre manos. En tiempos propicios para ajustarse el cinturón, tira de visa alegremente.
Y convierte la moda en su 'Monopoly' particular. Salta alegremente del atemporal Yves Saint-Laurent al emergente Derek Lam y lo mismo echa mano de un Louis Vuitton, para transformarse en una mujer pantera a base de estampados multicolores con drapeados y volantes, que rasga su vena rockera con los cortes asimétricos tan del gusto de Alexander Wang, uno de los grandes diseñadores americanos. Sin parada fija, frecuenta las 'millas de oro' de las ciudades más fashion. La veracruzana, que fue finalista de Miss Universo con sólo 17 años, no pierde ojo a las tendencias. Se eleva sobre botas negras de piel con tacón de aguja y tachuelas -el 'must' punk de la temporada- de Rock and Republic y exalta su imagen de mujer 'bien' con vestidos de seda de Dior. Dueña de curvas peligrosas, las remarca profusamente con ajustadas camisetas de algodón de Zadig&Voltaire.
La mansión de Cary Grant
Evidentemente, se lo puede permitir. Con una casa en Kensington, uno de los barrios más exclusivos de Londres, y viviendo hasta hace poco en la mansión angelina que perteneció a Cary Grant, la mujer que se dio a conocer como 'señora de' maneja ahora 'su' apellido, sin hombres de por medio. Dirige 'su' negocio asesorada por un grupo de expertos que gradúa su exposición a los medios públicos para evitar quemar su imagen. La madre de Paulina, Diego y Jimena se mira en el espejo de su referente y, aún, reina. Sigue la estela de Isabel Preysler. Primer paso: si no puedes derrotarla, únete a ella. Así se ha convertido también en una de las 'embajadoras' de la joyería Suárez. Además de definirse como «fuente de inspiración», aporta «alguna idea» a los diseños. Se ha puesto manos a la obra al transformar algunas joyas de la que posiblemente pronto deje de ser su suegra en piezas vintage «muy divertidas». A Adriana se la ve feliz con la moda. Es el trabajo en el que se siente «más a gusto», por lo que no extraña que el tiempo «se me pase volando».
Aunque procura sacar tiempo para todo. Para estudiar chino, asistir a clases de canto junto a sus hijos -«no puedo vivir sin la música»- y adentrarse en los círculos más elitistas del arte gracias a su privilegiado estatus e influyentes amistades. Siempre fue una niña apasionada, «con ganas de comerse el mundo» y sin miedo «a nada». En eso sigue a rajatabla los consejos de Nieves, su madre, que ya de pequeña le inculcó que siempre sería mejor tener «hijos con inquietudes que desganados». Cuarenta años más joven que su primer marido, a Adriana no se le puede discutir su buen ojo como cazafortunas. Comentarios que no parecen afectlo más mínimo. Sostiene que las especulaciones hay que tomarlas «como lo que son». Incluso las que la sitúan como la nueva reina del papel couché. «Hasta donde yo entiendo, la única reina que existe en España es Doña Sofía», opina. Posiblemente, con la boca pequeña, aunque, de momento, no pase de ser una aspirante a reina de corazones.