jOSÉ BONO | PRESIDENTE DEL CONGRESO

«Ahora me toca ir con el freno echado»

El presidente del Congreso, José Bono, cree que, gracias al Rey, el debate sobre la Monarquía no está en vigor

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José Bono (Salobre, Albacete, 1950), presidente del Congreso, será hoy maestro de ceremonias del 31 aniversario de la Constitución. Militante socialista desde 1969, presidente de Castilla-La Mancha 21 años, ministro de Defensa, polémico siempre. Referente en un partido que se quedó a nueve votos de liderar, es una mezcla atípica de pensamiento católico, defensa a ultranza de la unidad de España y adhesión vital al ideario progresista. El resultado: críticas de la jerarquía eclesiástica, del nacionalismo y de la izquierda. Ahora, como tercera autoridad del Estado, debe morderse la lengua. En su despacho, donde destaca un crucifijo de plata, no hay descanso, pero saca un minuto para saludar al grupo socialista de Villacañas (Toledo), de visita al hemiciclo, y los invita a comer. El famoso 'toque Bono' que le dio seis mayorías absolutas.

-La Constitución cumple 31 años y PP y PSOE están lejos de pactar su reforma. ¿Algún día lidiarán este toro?

-La Constitución de 1978 es la que más tiempo ha estado vigente de nuestra historia, nuestro período de libertad continuada más largo. Eso es lo más destacable. Las leyes no son eternas ni sagradas, pueden modificarse y deben modificarse cuando los cambios son necesarios para las sociedades a que se aplican.

-¿Un cambio sería la igualdad de sexos en la sucesión al trono?

-La igualdad entre hombres y mujeres debe ser proclamada en todos sus ámbitos, sin excepciones, también en la sucesión al trono. No me parecería mal, pero al presidente del Congreso no le corresponde decir ni cuándo ni cómo.

-¿Y la reforma del Senado?

-Tampoco es mi ámbito y debo hablar con el máximo respeto hacia la Cámara Alta y su presidente, mi amigo Javier Rojo, pero en un Estado fuertemente descentralizado corresponde al Senado reforzar sus competencias de carácter territorial más que ser una cámara de segunda lectura.

-¿El debate Monarquía sí o no es real en este país?

-No debemos caricaturizar ni despreciar los debates sobre la forma de gobierno. Todas las opiniones son discutibles, pero en España, gracias al acierto del Rey Juan Carlos, el debate Monarquía / República no está ya en vigor. No es el asunto que quita el sueño a los españoles.

-¿Qué piensa cuando en algún debate ve el pleno casi vacío?

-Suelen ser muy criticadas las imágenes en las que se ve un hemiciclo con pocos diputados. Es una imagen negativa, aunque equívoca. El diputado que no está en el pleno no suele estar ocioso, sino en otra actividad. Aún así, deberíamos reservar el pleno para los grandes debates políticos y dejar los técnicos para las comisiones.

-¿Aceptaría repetir mandato si el PSOE gana en 2012?

-Es un futurible sobre el que hoy resulta ocioso hablar. Me encuentro satisfecho, haciendo una tarea que no había hecho en mi vida. Me he dedicado desde que entré en el PSOE, en 1969, a suscitar debates, a iniciar discusiones y hasta a plantear conflictos. Ahora, mi función es la contraria. Me encuentro cómodo y a gusto. Pero claro, los cargos no están para que los ocupemos sino para que los sirvamos, y yo, ahora, lo estoy sirviendo sin pensar en ocuparlo por más tiempo de aquel para el que fui elegido.

-Pero, ¿piensa en desocuparlo?

-(Se ríe) No, no voy a dimitir.

-¿Por qué hay tanta gente a la que le cuesta pensar que Bono puede dejar la política?

-Entré en política con 18 años y mucha gente me conoce por mi actividad, por lo que es lógico que me identifique con la política. Seguiré afiliado al PSOE mientras viva.

-¿Son muchos los que tiemblan desde que se supo que va a publicar el diario político que escribe desde hace 17 años?

-No, no. (Se ríe, y mucho). Quien tiembla soy yo cuando pienso que tengo que realizar un extracto de los 17.000 folios escritos. Se va publicar una parte y quiero que sea muy interesante y que quepa en el formato de uno o dos libros. Tengo cosas escritas de las que ni yo recuerdo que hayan ocurrido, pero ocurrieron, porque las escribí día a día. A veces me veía obligado a callar, a no decir lo que pensaba. Esto sólo lo vencía con prudencia, con paciencia, con contención y, también, escribiéndolo. Me decía: no lo cuento ahora, pero lo escribo.

-¿Va a contar todo lo que calló?

-En gran medida sí. Diré muchas cosas que no he dicho nunca.

-Le ha llamado ya alguien para preguntarle: ¿Vas a contar lo mío?

-(Vuelve a reír). A algunos amigos les he dejado leer días especialmente significativos. Otros me han pedido que no diga sus nombres en algunas situaciones y me han planteado algún pequeño matiz. Pero a todos los que se lo he dejado leer me han pedido más. El lenguaje que utilizó es fresco y directo y, sobre todo, es mi verdad. Cuento hechos y sentimientos; mis emociones.

-¿Le viene a la cabeza algún episodio de los que va a revelar?

-Sí, muchos. Garzón, por ejemplo. Antes, durante y después del parto. Me viene a la cabeza... el Ministerio de Defensa. O las comisiones ejecutivas del PSOE.

-¿También el caso del Yak-42?

-También.

-Durante su retiro político hablaba dos veces por semana con Zapatero. Ahora, ¿son más o menos?

-Hablamos cuando él considera conveniente llamarme o cuando a mí me parece necesario trasladarle una información o hablar de forma distendida. Creo que ahora hablo con él con más frecuencia que nunca, con la excepción de algunos meses como titular de Defensa.

-¿Es igual de franco en sus conversaciones?

-Sí. Procuro ser educado, pero claro. Le digo siempre lo que pienso, le digo la verdad. No entiendo la lealtad de otra manera. He recibido del presidente prácticamente todo lo que él podía darme en el ámbito de la política. Me propuso para este cargo, me hizo ministro. De él ya sólo aspiro a mantener la amistad y el afecto, y esto me da mucha fuerza para hablarle con claridad.

-¿Está Zapatero, y con él su partido, en horas bajas?

-Lo que tenemos es una crisis que afecta a todos y también a la consideración que los ciudadanos puedan tener del Gobierno. No se tiene el mismo criterio ni consideración en época de vacas gordas que en época de crisis, y esto afecta y afecta electoralmente, pero afecta a todos, también a la oposición.

-¿Sigue pensando que Zapatero no optará a un tercer mandato?

-Hace años me preguntaron igual que usted ahora y ya no recuerdo qué contesté, pero sí recuerdo (ríe) que hubo un gran lío y no quiero suscitar otro lío ahora.

-¿Le ha sorprendido que el PNV esté dispuesto a apoyar una ley de plazos para el aborto?

-No, porque conozco a los dirigentes del PNV y sé que los señores Urkullu, Erkoreka o Beloki lo que quieren es reducir el número de abortos en España y uno de los modos es acabar con la legislación actual, que ha llevado al Consejo de Estado a decir que ha transformado a España en «un paraíso del aborto libre o arbitrario». No me sorprende que gentes de bien, que consideran el aborto un mal, trabajen y aprueben leyes tendentes a reducir el mal; es decir, a reducir el aborto.

-¿Cree que una joven de 16 años puede someterse a un aborto sin consultar a sus padres?

-Este asunto, que tiene más relevancia política y social que moral, sería bueno que se resolviese mediante el consenso de los partidos, porque a una niña de 16 años que se vea en ese trance, en términos generales, lo que mejor le puede venir es el afecto de sus padres. Pero también hay que ponerse en el caso de unos padres que pudiesen reaccionar de forma violenta. Hay que contemplar todas las hipótesis.

-¿Le preocupa que los obispos le nieguen la comunión?

-Claro que me preocupa. Pertenezco a la Iglesia, quiero seguir perteneciendo y me duele que haya personas que en esta materia estén claramente lejos de la realidad. La insuficiente ley actual, vigente desde hace 25 años, se aplicó en época del Gobierno del PP y quienes hoy nos condenan estuvieron mucho más callados que ahora. Y el mal, a mi modo de ver, no conoce de colores políticos ni electorales.