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ESPAÑA

De panadero a padre de la Constitución

El ponente de la Carta Magna fallecido ayer recordaba esta experiencia como «la más extraordinaria» de su vida Jordi Solé Tura recorrió desde la clandestinidad todo el escalafón de la actividad política

CRISTIAN REINO
BARCELONA.Actualizado:

Faltaron 48 horas para que pudiera conmemorar un nuevo aniversario de la Constitución. En esta ocasión, el número 31. Aunque la verdad, hace cinco que la fecha no decía nada a Jordi Solé Tura. Desde 2004 estaba aquejado del mal de alzhéimer, enfermedad a la que puso punto final ayer. Murió a los 79 años en su casa de Barcelona.

Hoy es un desconocido para buen número de ciudadanos, pero su figura era una referencia política en la transición, sobre todo porque formó parte del selecto club de los siete padres de la Constitución. Fue uno de los pocos políticos que sorteó con éxito la transición del comunismo al socialismo, y en la década de los ochenta y primeros años de los noventa ocupó puestos de máxima relevancia en el PSOE, PSC y en el Gobierno.

Nacido en Mollet del Vallès, en 1930, la vocación política de Solé Tura surgió pronto, mientras ayudaba en la panadería de sus padres en esta pequeña localidad del 'cinturón rojo' de Barcelona. La Universidad Central de Barcelona fue el marco de sus primeras actividades clandestinas contra la dictadura. Entre ellas, la 'capuchinada' de Sarrià en 1966, un encierro de estudiantes, profesores e intelectuales en el convento de los Capuchinos que acabó en una refriega con la Policía. Militó en el PSUC, posterior cantera de buena parte del socialismo catalán. Con la llegada de la democracia fue elegido diputado y participó como ponente, en representación del PCE, en la elaboración de la Constitución de 1978. «Fue la experiencia más extraordinaria de mi vida, porque para una persona como yo, que se dedica al Derecho Constitucional, eso de hacer la Constitución del propio país ocurre una vez en la vida, y espero que sólo sea una vez en la vida», recordó. «Era extraordinaria la sensación de que estabas contribuyendo a algo muy serio e importante», añadió.

Las bases teóricas del Estado de las Autonomías recogidas en la Carta Magna deben mucho a su pluma, y sus duelos dialécticos con Manuel Fraga o con Gabriel Cisneros todavía son rememorados. Su talante pactista, aunque firme, contribuyó a limar diferencias. Pero la Constitución no fue el único texto en el que dejó su huella. También fue uno de los autores del primer Estatuto catalán, un marco de autogobierno que tuvo 28 años de vigencia, hasta la reforma de 2006.

Ministro de Cultura

En 1983, se inició su distanciamiento del comunismo y su acercamiento al PSC. En 1991, Felipe González le nombró ministro de Cultura. Durante dos años al frente de la cartera, culminó la compra por parte del Estado de la colección Thyssen, impulsó el traslado del 'Guernica' de Picasso al Reina Sofía, la remodelación de la Bibiloteca Nacional, el inicio del Teatro Real y vivió los Juegos Olímpicos del 92, en los que fue uno de los portadores de la antorcha. En los últimos años de su vida pública ocupó un escaño en el Congreso y luego en el Senado.

Apartado de la política, fue decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona. Hace años escribió un libro de memorias en el que explicó su exilio durante el franquismo. Unas vivencias que su hijo llevó al cine en el documental 'Bucarest, la memoria perdida', por el que ganó un premio Goya. La obra repasa la historia del político, a través de esa memoria que ya no recuperaría nunca. En el documental, Solé Tura trataba de recordar la vida que ahora deja atrás. La militancia comunista, el exilio de los sesenta, la participación en la transición desde el PSUC.

En el documental, su hijo presenta estampas vitales que su padre había olvidado, como cuando el régimen franquista le llevó a prisión. «¿Yo estoy encerrado aquí?», pregunta a su mujer. «Sí, estuviste en la Modelo», contesta. En sus memorias, decía: «Piensa Albert, que si ahora estoy en la cárcel, es porque quiero que cuando seas mayor, encuentres un mundo más justo y un mundo mejor que el de ahora».