Doble violencia
Actualizado:Dos crímenes en dos lugares alejados -el municipio almeriense de Cóbdar y el barrio de La Elipa en Madrid-, de características también distintas pero ambos relacionados con vínculos sentimentales, obligan a cuestionarse de nuevo por la efectividad del rearme institucional y social no sólo ante la violencia machista; también hacia aquella otra que se larva, más ampliamente, en el seno familiar. Por de pronto, es del todo censurable que el alcalde de Cóbdar expresara su estupefacción por lo ocurrido señalando que el presunto asesino de su mujer y de su hermano discapacitado era una «bellísima persona»; una definición absolutamente inadecuada porque difumina la línea que separa al victimario de sus víctimas, y que no puede justificarse ni por la posibilidad de que el supuesto autor del crimen, que acabó suicidándose, se hubiera visto desbordado por una situación de enfermedad. Por su parte, el crimen de La Elipa subraya la importancia de ajustar más adecuadamente la respuesta a una casuística que cada vez se conoce mejor. La mujer apuñalada era boliviana y apenas tenía 19 años; es decir, aunaba dos características que la hacían más vulnerable. Una indefensión que exige, más allá de aplicar con rigor el Código Penal, mejorar la educación contra la violencia y la transmisión de información preventiva.