Incombustibles seguidores de Zelaya exigen su regreso al poder durante una concentración frente al Congreso Nacional en Tegucigalpa. :: EFE
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Zelaya pierde el pulso final en Honduras

El Congreso entierra sus posibilidades de recuperar la presidencia por abrumadora mayoríaLa cámara ratifica el dictamen que derrocó al ex mandatario, quien califica el resultado de la votación de «vergüenza nacional»

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El Congreso hondureño se encomendó a Dios antes de votar ayer sobre la restitución del depuesto presidente Manuel Zelaya. El himno nacional y las oraciones no alteraron el fallo que ratificaba el emitido el pasado 28 de junio y que originó la actual crisis política al aprobar el derrocamiento del gobernante de izquierdas. Al final, la cámara legislativa dio al traste con la última esperanza de Zelaya de retomar el poder lo que preludia la prolongación de las tensiones.

Dos días después de la celebración de las elecciones generales y con el presidente de facto, Roberto Micheletti, de nuevo al mando, el pleno de los 128 diputados acordó por 111 rechazar el regreso de Zelaya, que únicamente contó con el apoyo de 14 parlamentarios. Hubo tres ausencias. Los legisladores cumplían con ese trámite uno de los puntos del Diálogo Guaymuras, firmado en octubre por el gobierno golpista y el zelayismo que unificaba el Acuerdo de San José con las propuestas de Tegucigalpa. El dirigente expulsado del país a punta de fusil había anunciado, no obstante, que no aceptaría su restitución ya que sostiene que el acuerdo fue roto por el Gobierno de facto al no determinar su regreso al poder antes del 5 de noviembre, fecha para la que estaba prevista la formación de un Ejecutivo de unidad que Micheletti decidió formar unilateralmente.

Antes de emitir su voto, los diputados escucharon informes de la Corte Suprema de Justicia, el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, el Ministerio Público y la Procuraduría General de la República (PGR). Todos contra la restitución. «Inviable», «inadmisible e inaceptable», e «insostenible jurídicamente» fueron las conclusiones. El dictamen retomó la tesis que sirvió para derrocar a Zelaya el mismo día que iba a convocar un referéndum para una Asamblea Constituyente que reformaría la Carga Magna y le permitiría perpetuarse en el poder. La Justicia emitió una orden ejecutada por los militares con nocturnidad y que contó con la luz verde de estos mismos legisladores.

«Puñalada trapera»

Zelaya calificó la ratificación del Congreso de «vergüenza nacional» por la que «históricamente serán juzgados (sus miembros)». Agregó que había sido una «puñalada trapera a la democracia». También manifestó sentirse «decepcionado» por la actitud del presidente electo Porfirio Pepe Lobo -no podrá entregarle el relevo-, cuyo partido, el derechista Partido Nacional (PN) votó en su contra. Lo malo fue que la mayoría de los del Partido Liberal (PL), al que pertenecen el propio 'Mel' y Micheletti, también le dieron la espalda.

Tras regresar a la residencia presidencial después de una semana de ausencia voluntaria «para no influir» en los comicios, el presidente de facto sentenció: «Zelaya, ya es historia». Un poco más conciliador fue el líder del Congreso, José Alfredo Saavedra, al asegurar que «no debe de haber ni vencedores ni vencidos». Entretanto, observadores de partidos conservadores de la UE trasmitían a la Eurocámara el «entusiasmo, democracia y transparencia» de los comicios y pedían que se reconozcan los resultados. Ello supondría un espaldarazo para Lobo, quien, no obstante, aseguró que el Ejecutivo tiene que cumplir con los puntos pendientes, «me refiero al gobierno de reconciliación que debió integrarse el pasado 5 de noviembre y la comisión de la Verdad».

Tras conocer la decisión del Congreso hondureño, el secretario de Estado adjunto de EE UU para América Latina, Arturo Valenzuela, no pudo ocultar su «decepción». Pero Valenzuela también destacó que la votación había sido «transparente y abierta», conforme al Acuerdo Tegucigalpa-San José. Washington tenía la «esperanza» de que Zelaya fuera restituido.

Durante toda la votación el edificio del Congreso permaneció acordonado por la Policía para evitar altercados a cargo de unos doscientos zelayistas del Frente de la Resistencia que se dieron cita para exigir la vuelta del mandatario asilado en la Embajada de Brasil.